jueves, 10 de diciembre de 2015

GÓTICO


Con el ánimo helado recorro la superficie mohosa de las lápidas que contoneándose pueblan la tierra. La niebla es espesa y repta por el suelo creando la impresión de que todo se encuentra en una especie de suspensión espectral. Fantasmagorías creadas por los retorcidos árboles que parecen haber muerto en el intento de alcanzar la huidiza luz que se atreve a penetrar en aquel mundo de sombras. El ambiente brumoso embota los sentidos y cubre con su velo silencioso lo que algún remoto día fue vida, aquellas flores secas que algún día florecieron, aquella hiedra ocre que algún día trepó vigorosa, aquel metal herrumbroso que algún día mostró sus afilados perfiles y aquella gente bajo tierra que algún día mostraron su sonrisa.
Hasta el musgo se secó de tristeza moteando las cruces de piedra que ya han perdido su altivez y se muestran como tocones inclinados, aquí y allá, como arrastrados por el torbellino del eterno girar de la Tierra.
Una verja eternamente entreabierta nos invita a entrar y caminar por la húmeda calzada adoquinada que conduce a la ermita de las ánimas. Allí han buscado cobijo escapando lentamente por las grietas de las tumbas que ya se hacen polvo alisando sus cinceladas inscripciones.
La hojarasca seca y gris lo cubre todo, hojas que no son de este otoño, que no son de estos árboles alimentados apenas por un hilito de savia, hojas que pertenecen a la eternidad, al paso eterno del tiempo que en este lugar quedo congelado en el momento del eterno olvido.
¡Qué nadie se atreva a mirar en el interior de la ermita si el alma quiere conservar! Qué los vivos se cuiden de molestar, que estos son los dominios de la muerte y los gustos que ella tiene.
La Naturaleza muerta codifica toda la vida que fue, todos los matices, todos los caprichos vitales que dejan una huella indeleble por toda la eternidad. Así que, en realidad aquel lugar es rico en matices maduros, en experiencia, en sabiduría que va diluyéndose en el tiempo para volver a la madre tierra con el reino vegetal por anfitrión.
Un cuervo grazna en la lejanía del horizonte brumoso del cementerio como vigilante y valedor del lento envejecer de los panteones cuyas paredes de piedra húmeda hace años que no han sido tocadas por vivo, y en el interior descansa el último ramo de rosas blancas que ahora parecen de papel al pie de la fotografía del desdichado pudiente.
La bruma amarillea sobre las desnudas copas de los retorcidos árboles, algunas hojas prendidas a las ramas desafían las leyes del otoño en el cementerio y permiten vislumbrar al fondo el imponente pórtico neoclásico, una columna a cada lado sosteniendo el frontispicio triangular y la inscripción latina de un año perdido ya en el remoto pasado.

Más allá a lo lejos, la luz de un tenue candil, la casa del sepulturero que ya no tiene más trabajo que sostener su propio hilillo de vida que se escabulle por el umbral de la puerta en dirección al cementerio, el único cuasi vivo que ya tiene elegido el lugar de su eterno reposo, allí, al lado del rosal amarillo que nunca muere.

sábado, 24 de octubre de 2015

¡Siria!


Llegan como pedacitos de papel mojados a las orillas de nuestras casas, papeles quemados, trocitos de ilusión triturados por las fauces del monstruo que vive en Siria. Esa inmunda criatura, criminal y ególatra, que mastica sin parar el futuro, los futuros de todos, también el de Europa, es un gran demonio, el demonio humano desatado, suelto y zascandileando por la Tierra ante la mirada bobalicona de los occidentales orondos y desalmados.
¡Muerte, muerte, muerte! Eso llega a nuestras costas en forma de inocencia segada, dulzura, candor, ganas de jugar y la completa incomprensión de lo que está pasando.
Al otro lado queda desgarro inmenso, herida sangrante que nunca cerrará, y deseo de no haber nacido.
Otros, más osados, se atreven a golpear las puertas de nuestras casas pidiendo cobijo pero suelen encontrar un dedo señalando el camino de vuelta.
El demonio está suelto en Siria, los bandazos de su cola matan niños que se derraman por el Mediterráneo como regalos del infierno. El Mediterráneo, un mar anciano que ya no está para estos trotes, y que está harto de entregar muertos que escapaban de la muerte.

¿Quién se atreve a matar al monstruo?


lunes, 21 de septiembre de 2015

La leyenda de Requena


José Requena Carmona, cabrero de aquella serranía, vivía en una humilde casona toda pintada de blanco en lo más profundo del monte.
Aquella mañana, había tenido un extraño presentimiento cuando se levantó al alba para ir a pasturar al rebaño, un presentimiento funesto que él achacó a la copiosa cena de la noche anterior. El día despuntaba gris y frio y no invitaba a echarse al monte pero la dura vida de pastor no permite quedarse en cama cuando el día sale feo, así que, abrió la puerta del corral y dejó salir al rebaño que enseguida estuvo agrupado con la ayuda de su fiel perro Sultán.
Comenzaron a caminar hacia el pantano del Tranco porque en sus orillas siempre había pastos verdes que hacían las delicias de las cabras. La zona desprendía cierto aire melancólico propiciado por aquellos pueblos fantasma que habían sido engullidos por el pantano. De tanto en tanto, cuando la sequía apretaba, todavía se levantaban por sus fueros las antiguas y sencillas casas de las pedanías sumergidas que parecían querer salir del agua para ir a pedir cuentas al artífice de aquel atropello. En algún punto de camino al pantano todavía se podía leer la señal que indicaba la proximidad de Vega de los Hornos, una de las aldeas borradas del mapa por la aguas del pantano. Todo ello hacía que aquella zona de la sierra de Cazorla, en la provincia de Jaén, pareciera como olvidada de la mano de Dios, una serranía maldita sin un alma en muchos kilómetros a la redonda tan solo transitada por cabreros y valientes cazadores. Por supuesto, una tierra así había dado pie a muchas leyendas, contadas por los pastores a la luz de la lumbre en las noches frías. En fin, una tierra dura que parecía haber abandonado ese toque sagrado con el que la Naturaleza bendice sus creaciones.
José no pudo deshacerse de aquella sensación, con la que se había levantado, en todo el día. Sentía un cierto pesar que acompañaba el paso lento de las horas de aquella mañana plomiza, ya bien entrado el otoño. Para almorzar se sentó al pie de un algarrobo seco pues no buscaba sombra sino más bien un cierto cobijo que le protegiera las espaldas. Sacó su zurrón y comenzó a comer mientras contemplaba inapetente el rebaño, que curiosamente se mantenía más agrupado que de costumbre. Sultán se aburría ante la escasez de trabajo y había decidido echarse al lado del pastor con actitud recelosa, atento al vuelo de una mosca.
A eso de las 4 de la tarde, el color gris del cielo se intensificó y José vio con claridad cómo se fraguaba la tormenta. Sin saber muy bien porque el corazón le dio un vuelco cuando ordenó a su fiel perro recoger al rebaño para tomar el camino de vuelta. Su estado fisiológico le enfadó un poco, un pastor tan experimentado como él no debía asustarse por cuatro truenos. No tuvo demasiado tiempo para la autocrítica ya que rápidamente comenzó a llover copiosamente y las labores de conducción del rebaño absorbieron toda su atención.
Al cabo de unos minutos de caminar a paso ligero por entre los collados que delimitaban la zona del pantano, le pareció oír los balidos de una de las cabritas de pocos días que llevaba en el rebaño. Encomendó a su perro Sultán la responsabilidad de continuar conduciendo el rebaño hacia casa mientras él retrocedía sobre sus pasos unas decenas de metros en busca de aquellos balidos lastimosos. A la vera del camino, cerca de unos zarzales, vio a una cabrita que parecía tener la pata lastimada o atrapada en el entramado de ramas. Corrió veloz a liberarla y la introdujo en un saco que llevaba atado a la cintura. Una vez rescatado el animalito se la echó a la espalda y apretó el paso en busca de su rebaño y su perro que se encontraban más o menos a un kilómetro.
Requena alcanzó al rebaño y juntos fueron bajando hacia el viejo cortijo bajo una lluvia cada vez más espesa. A pesar de que no era tarde, la luz era cada vez más escasa, como filtrada por el manto acuoso, y un sentimiento de irrealidad se iba apoderando poco a poco de los sentidos del apremiado pastor. José cogía el saco con las dos manos sobre su espalda pero le daba la impresión de tener que emplear cada vez más fuerza a medida que avanzaba por el sinuoso camino. En un primer momento, no quiso darle mayor importancia, cegado por la idea de llegar a casa cuanto antes. Pensaba que era normal que al empaparse el saco, pesase cada vez más y además el cansancio iba haciendo mella en su ánimo y en su fuerza. Sin embargo, al pasar entre los dos fresnos que configuraban una especie de puerta natural hacia la pradera desde la que ya se veía la casona, la campana de irrealidad se hizo tan patente que el extenuado José no tuvo más remedio que parar y depositar el saco en el suelo con la intención de revisar su contenido.
Un tenue resplandor rojizo iluminaba el interior del saco y José dio dos pasos hacia atrás. La cabeza de un macho cabrío buscó la boca del saco que continuó deslizándose para dar paso al cuerpo enhiesto del chivo. Un leve humillo azufrado salía por sus fosas nasales y sus ojos eran pequeños tizones incandescentes. Cuando acabó de erguirse delante del petrificado pastor, rampante y con la mirada maliciosa, le preguntó,
¾¿peso, Requena?



Relato basado en la Leyenda del Cortijo de las Ánimas o Leyenda de Requena, que se cuenta en tierras jienenses por los montes de la Sierra de Cazorla en las inmediaciones del pantano del Tranco.

viernes, 7 de agosto de 2015

Emoji




Con el advenimiento de las nuevas tecnologías, están produciéndose toda una serie de alteraciones del lenguaje verbal, especialmente del escrito, que amenazan con perpetuarse. El desencadenante original de estos cambios es generalmente la dificultad a la hora de manejar el interfaz máquina-humano unido a un estilo de vida esculpido a golpes de teléfono móvil y otras chuches tecnológicas, y me explico.
A mi modo de ver, hay dos hechos que están directamente relacionados con la alteración de los códigos escritos asociados al lenguaje. El primer lugar, la sociedad actual se comunica cada vez más a través de soportes electrónicos que nos permiten llegar a un número casi infinito de interlocutores pero al mismo tiempo evitan el contacto bis a bis. Al querer comunicarnos con un número ingente de personas, vulgarmente conocido como red social, el tiempo empieza a jugar un papel importante, necesito rapidez, inmediatez, escaso o nulo refinamiento a la hora de escoger los códigos o significantes que le envío al otro interlocutor. En segundo lugar, al evitar la comunicación oral, utilizamos mucho el leguaje escrito y el acto de escribir nos cuesta. Me refiero físicamente, nos cuesta dominar nuestros dedos para que se aclaren tocando compulsivamente las estrechas pantallitas táctiles de los móviles. Todavía recuerdo cuando aprendíamos mecanografía para poder escribir rápido sobre un teclado QWERTY, ahora seguimos usando los mismos teclados pero ni Dios sabe mecanografía, así que lo normal es acabar con un tembleque considerable si uno se extiende demasiado en sus mensajes.
Esta dificultad a la hora de escribir nos ha llevado a destrozar el lenguaje escrito, como forma de rebeldía o de supervivencia pragmática ante el nuevo paradigma de la comunicación. Así, el número de faltas de ortografía se ha disparado exponencialmente y está socialmente aceptado cometer atrocidades ortográficas cuando escribimos en el móvil, como por ejemplo la completa erradicación de los acentos dada la intranscendencia y la inmediatez de los mensajes y la gran dificultad para poner una tilde con el móvil. También hemos destrozado las palabras aplicando el rodillo de la abreviación que ha generado toda una serie de engendros y nuevos palabros cuya única gracia es ser más cortos que la palabra original, verbigracia “finde”.
De cara a explicar el origen del lenguaje de signos faciales “Emoji”, yo añadiría todavía un factor adicional a lo dicho anteriormente que es la incapacidad cada vez mayor para expresar las emociones. No sabemos como poner en palabras lo que sentimos, como matizar lingüísticamente nuestros sentimientos y sensaciones, y por eso cada vez más recurrimos a los sufridos gráficos infantiles de las caritas. No sabría decir si esta falta de capacidad lingüística es algo actual o que ha sucedido siempre entre la masa social no erudita (entre la que me incluyo), pero me da la impresión de que es un efecto más de la idiocia general en la que nos han sumido los medios digitales. Asimismo, los emoticonos guardan escondida una pequeña arma secreta que radica en su ambigüedad. De esta manera, el emisor lanza una señal que es interpretada por el interlocutor, más o menos fielmente, pero siempre adaptándola a su propio código emocional y así nos aseguramos unos resquicios suficientemente amplios para no herir sensibilidades y transmitir mensajes de manga ancha.
Por tanto, creo que a raíz de la erosión lingüística producida por los medios digitales de una u otra manera, se ha producido una involución del lenguaje que deja caer las palabras, de lenguajes alfabéticos y fonéticos, para abrazar los dibujos. Estamos volviendo a una escritura formada por ideogramas “emocionales” o emoticonos, que desde mi punto de vista tienen la misma funcionalidad que los legendarios ideogramas de las lenguas asiáticas o incluso los jeroglíficos egipcios o mayas. Si se me permite ir un poco más allá, en realidad creo que los ideogramas chinos o los jeroglíficos mayas son en realidad más complejos que los emoticonos, de manera que yo situaría el lenguaje de las caritas más bien cerca de Altamira y de la categoría representativa del lenguaje rupestre.
Lo que aquí he expuesto me parece una versión simplista del fundamentado análisis que podréis encontrar en el blog Transcliché Metacorner, donde mi amigo Carles ha capturado una imagen más competente de las graciosas caritas y que os animo a leer.
P.S.: ¿Capturan los emoticonos los matices faciales-emocionales que Rembrandt o Goya plasmaron en sus cuadros? Creo que sé la respuesta .

sábado, 4 de julio de 2015

85% Puro


Con el temple firme enfilé el pasillo,
decisión tomada, paladar fino.
Crepitó el tembloroso fluorescente
y me partió el rostro alicantino
machacando bruscamente
mis luces y mis sombras.
Mirando la nevera con urgencia,
me asaltó la duda, flojeó mi ánimo,
85% de pura esencia.
Mi alma nunca fue tan pura,
mi lengua se arruga,
mi garganta se seca
y me turba su aroma
antes de llevármelo a la boca.
Duro de roer crujió entre mis dientes
lanzando su puñetazo astringente.
Mi lengua intentó enjuagarlo,
la masa se hizo un bolo,
y perdí la esperanza de dominarlo
antes de que colara triunfante
por el bajante alimentario.
El segundo envite fue aún peor,
seguía crujiendo entre rechinar de dientes
pero al final se mostró clemente
y le hizo caso al domador.
Poco a poco fue cediendo terreno
mientras mi boca no paraba de amasar.
Un chupetón marcó el final
de aquella onza, 85% de puro cacao,
un potro duro de domar
sobre el que cabalgó mi lengua anoche.

martes, 23 de junio de 2015

Una tarde de San Juan



Mi alma se asoma tímida al profundo precipicio del cielo entelado. Un velo gris y azulado esconde el rostro del verano, la novia que al atardecer, todavía tímida, no se atreve a mostrar su cálida tez.
Siento el vértigo invertido, que más bien sería “invértigo” al mirar la cúpula celeste que Miguel Ángel ha pintado para mí, con infinitas tonalidades de azul que van virando a gris por obra y gracia de la pequeña noche.
En esta noche de San Juan, encenderemos las calderas del verano, que nos abrasarán en los próximos meses.
Pronto mi vértigo será cegado por la luz sin matices, arrasadora, que sólo podré contemplar en los ondulantes reflejos de las fuentes. Pero siempre me quedarán las tardes, de mágica luz tamizada y olores de paja madura y néctar derretido.
Por lo pronto, sigo con mi vértigo que me arroja al infinito, y me hace caer como un naufrago entre la olas de nubes tiznadas por la noche, con la única esperanza de agarrarme al Boing que cruza mi vertical pinchando los algodonados meteoros.
Haremos fuegos, muchas hogueras, quemaremos lo bueno y lo malo, incendiaremos el cielo con antorchas silbadoras y por fin el incendio se desatará, y todo lo quemará, incluida mi piel si no soy precavido en la playa.

¡El verano ya está aquí!

lunes, 22 de junio de 2015

Señora de Monstruo (III)

Para terminar esta serie en la que he analizado el papel de la mujer en las películas de monstruos, me faltaba revisar aquellas cintas en las que ellas son “el monstruo”. Está claro que la aparente fragilidad de la mujer las hace más proclives a asumir el papel de víctima propiciatoria pero aún así hay ejemplos en los que el mundo se rinde ante la ferocidad de estos monstruos femeninos. En cierto sentido, se pueden considerar películas feministas que reivindican el dominio de lo femenino, a veces, desdibujado por la propia condición monstruosa pero en realidad son bastante machistas porque en casi todas la condición de monstruo viene dada como consecuencia de los vicios y superficialidades que la sociedad achaca a las mujeres, como por ejemplo, el excesivo cuidado de su imagen.
La lista no es exahustiva y a continuación muestro algunos ejemplos:

“Queen of Outer Space (1958)”
Se trata de una película con un alto contenido feminista. En ella se eligió Venus como el símbolo de la mujer para convertirlo en un planeta habitado exclusivamente por mujeres y regido de forma tiránica por una mujer resentida. La llegada de los hombres desde la Tierra desafía la dictadura venusiana.



“The She Creature (1956)”
En esta película de terror se narra la historia de una mujer reencarnada en una especie de monstruo marino con forma humanoide. La voluntad de la criatura es controlada por un hipnotizador con la idea de cometer crímenes. El argumento suena complicado, sobre todo cuando el concepto de “avatar” no estaba tan inserto en la sociedad como ahora.



“The Astounding She-Monster (1957)”
En este caso, se trata de una película de extraterrestres de bajo presupuesto en la que el alien tiene forma de bella señorita. Parece ser que sólo quiere ayuda pero es peor que Atíla porque por donde pisa no crece la hierba debido a su alta radioactividad. La cosa acaba mal como era de esperar.



“Attack of the 50 Foot Woman (1958)”
En esta cinta se presenta a la mujer como un ser emocionalmente inestable y débil ante la tentación del vicio. Es por esta tendencia al alcoholismo y su estado de ánimo depresivo que Nancy Archer (Allison Hayes) acaba manifestando su problemático estado mental cuando cae víctima de un encuentro inesperado con alienígenas. Debido a este inoportuno encuentro, Nacy adquiere la capacidad de crecer de forma desmesurada y lo demás ya se puede intuir viendo el cartel de la peli. Esta película de feminista no tiene nada, sino más bien de todo lo contrario.


Existe una película hermana, al menos en el título, en la que es un hombre quien crece de forma desaforada. La causa es en esta ocasión el otro gran terror de los años 50, la energía nuclear y las bombas atómicas. La película se titula “The Amazing Colossal Man”

Por supuesto, ellas también pueden ser malas bichas y la siguiente propuesta es un buen ejemplo de monstruo insecto. En este caso, aplica totalmente lo de que esta mujer tiene cintura de avispa y posiblemente la misma mala leche que los temidos himenópteros.

“The wasp woman (1959)”
De nuevo otro ejemplo de película que achaca la metamorfosis de la mujer en monstruo a sus naturales vicios y debilidades mentales. En esa ocasión, la culpa la tiene la superficialidad y las excesivas ansias de la dueña de una empresa de cosméticos que empieza a experimentar con la jalea real para rejuvenecer y acaba hecha un abejorro.




jueves, 14 de mayo de 2015

Soneto

Todos tenemos en mente una serie de cosas que hay que hacer en este mundo durante la vida para sentirnos mínimamente realizados. Seguro que yo comparto muchas con la gran mayoría de la gente, pero en mi caso, no quiero dejar escapar la ocasión de escribir un SONETO. ¡Qué mejor ocasión que la primavera!


La Primavera
Fue por aquella gota desprendida
del ápice de tu hoja al sol naciente,
que vi tu despertar adolescente
en tu esencia prismática embebida.

El creciente murmullo de la vida,
el gorjeo de las aguas de aquel fluente,
el zumbido del tábano ferviente
calaron mi razón adormecida.

Supe así de la vida su misterio,
el verde me enseñó a nacer de nuevo
y hallé porvenir hasta en cementerio.

Mi intención no consiste en ser longevo,
consagro a reinventarme todo imperio
y vuelvo en Primavera a ser efebo.

Zonas de Exclusión


Si consideramos la sociedad como un modelo compartimental podemos hacer miles de clasificaciones atendiendo a diversos criterios. Yo en este caso, voy a fijarme en los grupos de exclusión, es decir, defino un gran compartimento central que engloba al grueso de la sociedad y una serie de grupos marginales que, por distintas razones, están aislados, no pertenecen al grupo de los comunes.
En cierto sentido, las personas pertenecientes a estos grupos marginales tienen restringida su libertad bajo una serie de condicionantes que los obligan a permanecer aislados, sin posibilidad de mezcla o intercambios con el común de los mortales.
Me interesan especialmente aquellas situaciones marginales “temporales”, porque en ellas, las personas conocen ambos lados, saben que es vivir arropados por la masa y por el contrario, que es caminar en solitario, sintiéndose señalados, identificados por el simple hecho de encontrarse en esa situación.
En la mayoría de los casos deseas volver cuanto antes al gran océano social de la masa y pasar a ser, de nuevo, uno más del montón. Y, sin embargo, no te das cuenta de la maravillosa nueva perspectiva que te da el haber salido de la corriente principal. Esto permite romper con todas las asunciones y códigos sociales establecidos y recorrer caminos que jamás antes se hubieran soñado. Cuando uno vuelve a reintegrarse ya no es el mismo, se le han abierto los ojos un poquito más y sabe que hay otras maneras de hacer las cosas y otras escalas de valores.
Citaré algunos ejemplos de bolsas de exclusión, de bolsas marginales: la cárcel (internado), el manicomio, un convento, un hospital, la mili, etc… Seguro que a vosotros ya se os han ocurrido unos cuantos más.
Hablaré de mi última suspensión como ciudadano común, mi última exploración extra social, en definitiva, mi paso por el hospital.
En el hospital, la marca que te distingue y te identifica con tu grupo marginal es la enfermedad. O sea, es el propio cuerpo el que te arrastra al dique seco, recordándote sin contemplaciones quien es el que manda en tu vida y preparándote para un verdadero baño de humildad.
En el hospital, la línea entre la vida y la muerte se vuelve más difusa. Cada cuerpo realiza su propio camino en el magma de la metamorfosis enfermedad-curación buscando su propia epifanía.
La sensación de violación profunda de nuestra biología es tan grande, que nos sentimos a merced del castigo divino que nos corresponda por tal osadía. Sentimos que no teníamos derecho para alterar lo que la madre Naturaleza a dispuesto y que el hombre moderno, en un alarde de extraordinaria soberbia, lucha por modular o cambiar el curso de lo natural. Sabes que estás tocando algo prohibido y la ansiedad y el miedo que esto te ocasiona, te hace pedir con la boca muy chica que no se te tenga en cuenta el atrevimiento.
Cada nuevo síntoma, cada nuevo vericueto supone una alteración le la línea entre la curación y la enfermedad. La frontera se ha movido, tienes que buscarla de nuevo e intentar saltarla.
En este estado, miras por la ventana y sientes que no perteneces al paisaje exterior, sientes como si te hubieras exiliado a una especie de limbo en el que tu destino está por decidir, y será aquí, en este hospital, donde se decidirá la puerta por donde abandonarás esta estancia fronteriza.
Si todo va bien, es maravilloso cuando te devuelven tu estatus de “normalillo” y vuelves a sentir la cálida sensación del abrigo social y del anonimato. Lo que sucede en el hospital, se queda en el hospital, llegando a cotas de intimidad increíbles con las enfermeras/os que no son permitidas con el común de los mortales.
A la salida, te arrancas las pulserita con el número de tu historia clínica y vuelves a tu historia vital, personal. Todas las actividades cotidianas adquieren un valor extraordinario y el gozo de volver a vivir te colma totalmente. Las alegrías y las penas, el agotamiento y el placer, las colas en la carretera y los paseos por el campo, todo, todo eso que hacen los del montón adquiere un cariz especial que te hace vivir con una irrefrenable sensación de gratitud.

¡Viva la vida ordinaria porque en realidad es EXTRAORDINARIA!

jueves, 23 de abril de 2015

No entres dócilmente en esa noche quieta



Y si fuera posible enfrentar a los genios de cualquier época en una especie de combate dialéctico que nos permitiera extraer el refinado destilado de tales mixturas. Si tales genios fueran de épocas muy distintas, el más moderno ganaría por regla general, ya que el conocimiento humano se extiende con el tiempo. No sería un combate justo, supongo.
Por eso será el poeta y dramaturgo galés Dylan Thomas (1914-1953), quien contestará a su derrotista coetáneo Sandburg, que dos entradas de este blog más abajo reflexionaba sobre lo intranscendente de la vida. Dylan Thomas acepta que la vida tiene un fin pero se niega a vivir con la cabeza gacha y sin dar la batalla hasta el final. No aceptes dócilmente tu final, rabia hasta la muerte.


Do not go gentle into that good night,
Old age should burn and rave at close of day;
Rage, rage against the dying of the light.

Though wise men at their end know dark is right,
Because their words had forked no lightning they
Do not go gentle into that good night.

Good men, the last wave by, crying how bright
Their frail deeds might have danced in a green bay,
Rage, rage against the dying of the light.

Wild men who caught and sang the sun in flight,
And learn, too late, they grieved it on its way,
Do not go gentle into that good night.

Grave men, near death, who see with blinding sight
Blind eyes could blaze like meteors and be gay,
Rage, rage against the dying of the light.

And you, my father, there on the sad height,
Curse, bless, me now with your fierce tears, I pray.
Do not go gentle into that good night.
Rage, rage against the dying of the light.

—————————

No entres dócilmente en esa noche quieta.
La vejez debería delirar y arder cuando se cierra el día;
Rabia, rabia, contra la agonía de la luz.

Aunque los sabios al morir entiendan que la tiniebla es justa,
porque sus palabras no ensartaron relámpagos
no entran dócilmente en esa noche quieta.

Los buenos, que tras la última quietud lloran por ese brillo
con sus actos frágiles pudieron danzar en una bahía verde
rabian, rabian contra la agonía de la luz.

Los locos que atraparon y cantaron al sol en su carrera
y aprenden, ya muy tarde, que llenaron de pena su camino
no entran dócilmente en esa noche quieta.

Los solemnes, cercanos a la muerte, que ven con mirada deslumbrante
cuánto los ojos ciegos pudieron alegrarse y arder como meteoros
rabian, rabian contra la agonía de la luz.

Y tú mi padre, allí, en tu triste apogeo
maldice, bendice, que yo ahora imploro con la vehemencia de tus lágrimas.
No entres dócilmente en esa noche quieta.
Rabia, rabia contra la agonía de la luz.


Chris Nolan ha incorporado el espíritu de este poema en su última película “Interstellar

sábado, 18 de abril de 2015

Señora de Monstruo (II)

Pasando a la categoría de la mujer como víctima, tenemos innumerables ejemplos. Dada la amplitud de esta categoría podríamos dividirla en diferentes subcategorías en función del monstruo agresor.

Películas de monstruos marinos y criaturas acuáticas:

“Monster from the Ocean Floor (1954)”
El mar, como mundo desconocido, es perfecto para ocultar monstruos. Siempre ha hecho volar la imaginación de los literatos que, basándose en los escabrosos relatos de los marineros, han diseñado todo un catálogo de monstruos de agua dulce y salada.
En este caso, me quedo con la mirada saltona, obsesiva y casi lasciva del cefalópodo que casi llora de placer pensando en el dulce bocado femenino que se retuerce entre sus ventosas.
Me vienen a la mente los mitos del “Leviatán” o el calamar gigante más conocido como “kraken”.


“Tentacles (1977)”
Más moderna pero en la misma línea podemos encontrar la película de John Huston producida en el año 1977, “Tentacles”


“La criatura del lago negro (1954)”
Por supuesto, no hay que olvidar los lagos, especialmente aquellos de aguas profundas y oscuras que no dejan ni tan siquiera adivinar el fondo. ¿A qué clase de monstruos darán cobijo? Por el momento, Nessy se alza como merecido heraldo de esta categoría pero hay otros que no le van a la zaga, como por ejemplo, “La criatura del lago negro” también de 1954.


En este cartel, esta especie de sireno anfibio está tan hipnotizado por la pechera de su víctima que parece que bizquea.



“Attack of the Crab Monsters (1957)”
En 1957 apareció una romántica producción que nos conecta con la actualidad a través de los mutantes personajes que habitan Fondo de Bikini. Desde que Estados Unidos la tomara con el atolón Bikini, perteneciente a la República de las Islas Marshall, donde se probaron más de 20 bombas de hidrógeno y atómicas entre 1946 y 1958, no pueden con el remordimiento. Así, esta película nos muestra a los ancestros del Señor Cangrejo en un estado poco civilizado y muy alejado del urbanita espíritu del actual regente del “Crustáceo Crujiente”. Más tarde aparecerían Bob Esponja, Patricio y Calamardo, todos ellos producto de los altos niveles de radiación que todavía contaminan la paradisiaca isla.



Películas de robots malvados:

Otra de las grandes subcategorías es la constituida por los robots descontrolados. Representan el miedo del ser humano a la evolución de la inteligencia artificial y a que algún día los robots sean capaces de autogestionarse tomando el control de la situación.

“Tobor the Great (1954)”
En “Tobor el Grande”, no se calentaron mucho la cabeza con el nombre como queda patente al leer el nombre al revés. Hay que entender que en 1954 la inteligencia artificial estaba en mantillas. Por otro lado, a pesar del cartel, en esta peli el robot es bueno y la chica que lleva entre sus brazos no es su víctima sino su protegida.



“Robby, the Robot (1956)”
“Robby, el Robot” no parece tampoco un gran salto evolutivo en el campo de la inteligencia artificial. Robertito es un robot simpático al estilo muñeco Michelin pero que sabe lo que se trae entre manos. Como en el caso anterior, el cartel engaña y Robby no es en realidad malo sino que más bien es un robot protector.


“Robot Monster (1953)”
El siguiente ejemplo pone de manifiesto un cierto recelo hacia lo que pudiera haber en la Luna a tan solo unos años vista de su conquista por el hombre. Es realmente un puré loco pero al mismo tiempo delicioso, donde se mezcla robots asesinos que quieren invadir la Tierra, dinosaurios, terremotos, “el Rayo de la Muerte” y antibióticos que proporcionan inmunidad ante este rayo.
Pero al final, el amor es la fuerza más poderosa y acaba imponiendo su supremacía y Ro-Man cae irremisiblemente en los brazos de Carla.



Películas de extraterrestres:

“The Day the Earth Stood Still (1951)”
Esta película estadounidense de 1951 que en España se tituló “Ultimátum a la Tierra” está encuadrada en el contexto de la guerra fría y lejos de su apariencia amenazadora, presenta un mensaje pacifista. Durante los años de la guerra fría, Hollywood se encargó de mostrar como la amenaza roja (comunista) llegaba a la Tierra en forma de marcianos, selenitas o cualquier otro habitante del sistema solar dotado de la suficiente capacidad tecnológica y militar como para acabar con el estilo de vida estadounidense. En esta cinta, por el contrario, se realiza una llamada de atención a los habitantes de la Tierra con el fin de parar la alocada carrera belicista por el bien del cosmos. En 1952 fue galardonada con el premio Globo de Oro a la mejor película promotora del entendimiento internacional.



En los años cercanos a la llegada del hombre a la Luna, se desató el terror extraterrestre. Sabedores del gran paso que la humanidad estaba a punto de dar hacia el espacio extraterrestre, las producciones de alienígenas invasores supieron cultivar ese miedo a lo desconocido, hacia la nueva frontera que estábamos a punto de atravesar. Por supuesto, el número de películas con esta temática fue enorme pero yo me centraré especialmente en aquellas en las que la mujer juega un destacado papel como víctima, al menos como reclamo gráfico en los carteles de las películas. Tenemos varios ejemplos:

“Invasion of the saucer-men (1957)”


“Invaders from Mars (1953)”


“The Terrornauts (1967)”
Parece que en este caso, la civilización extraterrestre se encuentra un poco anticuada y siguen con el tema del sacrificio de vírgenes (¿del planeta Tierra?) para contentar a los dioses.


“Satan’s Satellites (1958)”
En este caso, se trata de una película basada en una cinta anterior de 1952 llamada “Zombies of the Stratosphere”. En ella se narran las aventuras de Commando Cody (o Larry Martin) una especie de héroe intergaláctico que pretende salvar la Tierra del ataque marciano con bombas de hidrógeno de por medio.


“Fire maidens from outer space (1956)”
En esta producción podemos ver como la imaginación de los guionistas de los años 50-60 no tenía límites y se las ingeniaron para crear una especie de comuna hippie formada por 17 mujeres llamadas “doncellas de fuego (fire maidens)” y un solo hombre llamado Parsus que parece ser el padre de todas ellas. Para acabar de completar el círculo vicioso, faltaba la amenaza que es una especie de monstruo delgaducho y negro llamado “el hombre con la cabeza de bestia” que aparece representado en el cartel y por supuesto unos cuantos astronautas salvadores provenientes de la Tierra. Todo este refrito en la 13ª luna de Júpiter.


“Planet of the Vampires (1965)”
Esta producción italo-española de 1965 es una película de culto y se puede considerar la semilla de películas míticas como “Alien (1979)”. El argumento es realmente original explorando el concepto de planeta encantado. Dos grandes naves de reconocimiento, el Argos y el Galliott reciben una señal de SOS procedente del planeta Aura. Deciden explorarlo y nada más acercarse a él, empiezan a sufrir los efectos de su atmósfera (aura) maligna entrando las tripulaciones en una especie de paroxismo autoaniquilador.
La mujer no aparece aquí explícitamente como víctima pero no he podido resistir la tentación de hacer una pequeña reseña a esta otra vuelta de tuerca del mito de la posesión infernal.



Películas de insectos:

Otra gran categoría de películas en las que la mujer juega un claro papel de víctima serian aquellas que presentan los insectos como amenaza. Podríamos pensar que hasta los insectos prefieren comerse a las mujeres por ser un bocado más delicado. A continuación mostraré unos cuantos ejemplos muy explícitos.

“The Bees (1978)”
Como se nota que nos acercábamos a la época del destape.



“The beginning of the end (1957)”
En esta película aparece ya el mensaje de que jugar con la naturaleza es peligroso. Los científicos hacen crecer vegetales hasta tamaños gigantescos aplicándoles radiación pero estos vegetales son comidos por langostas que pasan a tener un tamaño descomunal como el que se muestra en el cartel. Las señoritas, estilo Marylin, con trajes de noche cortos son, como no, sus bocados favoritos.



“The monster that challenged the world (1957)”
En este caso se trata de un molusco prehistórico gigante que aparece en el mar de Salton California como consecuencia de un terremoto.



“Monster Spider (1955)”
Desde la prehistoria, el hombre a tenido miedo a las arañas. Se trata de un miedo reptiliano quizá basado en el hecho de que ni siquiera los árboles donde los hombres se refugiaban de las grandes bestias servían de refugio contra las arañas. En este caso, nuestra amiga tarántula tiene pinta de animalito bonachón y su víctima parece dedicarnos una postura de trapecista satisfecha entre los quelíceros de su agresora.



“The Spider (1958)”



Películas de seres bestialoides:

Otro de los miedos arcaicos del hombre es el miedo a su propia naturaleza salvaje, al animal que todos llevamos dentro. Este tipo de miedo fue explorado por películas tan curiosas como las que muestro a continuación:

“The Neanderthal Man (1953)”


“The Curse of the Werewolf (1961)”
Como ejemplo de película de hombres lobo


Películas de esqueletos:

Por último, solo mencionar que la mujer como víctima frágil e indefensa tiene un tirón infinito y parece que hasta las leyendas de los “cráneos que gritan” se aprovechan del poder de esa iconografía.

“House on Haunted Hill (1999)”



“The Screaming Skull (1958)”
Atentos al mensaje en la parte superior del cartel.