martes, 23 de diciembre de 2014

Crónicas Invisibles (III). El abuelo Stiff


Siempre se había sentido orgulloso de su nieto, un rubito de carrillos sonrosados que apuntaba maneras desde pequeñito, cuando se acurrucaba entre sus piernas para escuchar las terribles historias de marineros sin escrúpulos que le contaba el abuelo. Sabía que podía esperar mucho de él, o al menos, así se lo indicaba una socarrona sonrisa que el infante esbozaba ante el terror y la desesperación que llegaban a sus tiernos oídos en forma de historias para no dormir.
Condescendiente, bizquea al otro lado de la ventana, en los instantes previos al sueño nocturno, en los que su vástago se afana en la siembra de imágenes terroríficas y desafortunados cruces del destino que un poco más tarde rendirán tremendas pesadillas al gusto del impúber. La linterna en el sobaco y ese morbo de lo vetado, que se hace con nocturnidad al abrigo de las sombras que proyecta la luna, produce si cabe mayor gozo y deleite, a sabiendas de que por la noche las tapas de las tumbas se encuentran más ligeras que bajo la luz del día.

Si querido, aprende de los ecos que la desesperación y la oscuridad producen al retumbar en el más allá. El sufrimiento ajeno es divertido y algún día te haré saber que los que como tú y como yo así disfrutamos, hemos de pagar el precio del eterno deambular, descarnados como si fuéramos pastores de las pesadillas del mundo.

martes, 2 de diciembre de 2014

Crónicas Invisibles (II). Frankenstein – Boris Karloff


Monstruo mascota, sensibilidad reptiliana a flor de piel. Unes cuatro miembros a una cabeza humana y ya lo tienes, asombro por la Naturaleza, actitud reverencial, asombro naif por la percepción sensorial. Sólo una niña es capaz de extraer la bondad del monstruo, una bondad irracional, inconsciente y por tanto, pura. Quizá el monstruo hubiera tenido posibilidades de un posible desarrollo social pero sin embargo, al final al monstruo le falta un tornillo, el que conecta la corteza prefrontal, así que una niña y una flor son exactamente lo mismo y ya la hemos liado. La creación del doctor es imperfecta, se olvidó de la empatía pero aun así, este monstruo de Boris Karloff tiene un no sé qué de entrañable que se hace querer. Pobre criatura.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Crónicas Invisibles (I). Neuronium: Chromium Echoes: Prelude


Allá, en los confines del Universo un grupo de almas ascienden en armonía hacia la plenitud, juntas pero en soledad. Soledad del pasado, del pasado resignado, del pasado remoto. Pequeñas motas espirituales en suspensión, llevadas sin resistencia por el vaivén de las olas del tiempo, asustadas por los ecos de una bandada de gaviotas. Resignada armonía de lo incompleto que sigue su camino hacia la plenitud, hacía la fusión oceánica del todo. Sólo cruzan sus miradas, no pueden tocarse, caminan solas, como vinieron al mundo que ahora abandonan. Nadie desafía su destino, el destino olvidado en un rincón del Universo que viaja implacable y pausado mientras arrastra las almas ya gastadas hacia la última morada, hacia la fusión con el SER.