Y si fuera posible enfrentar a los genios de cualquier época
en una especie de combate dialéctico que nos permitiera extraer el refinado
destilado de tales mixturas. Si tales genios fueran de épocas muy distintas, el
más moderno ganaría por regla general, ya que el conocimiento humano se
extiende con el tiempo. No sería un combate justo, supongo.
Por eso será el poeta y dramaturgo galés Dylan Thomas
(1914-1953), quien contestará a su derrotista coetáneo Sandburg, que dos
entradas de este blog más abajo reflexionaba sobre lo intranscendente de la
vida. Dylan Thomas acepta que la vida tiene un fin pero se niega a vivir con la
cabeza gacha y sin dar la batalla hasta el final. No aceptes dócilmente tu
final, rabia hasta la muerte.
Do not go gentle into
that good night,
Old age should burn and
rave at close of day;
Rage, rage against the
dying of the light.
Though wise men at their
end know dark is right,
Because their words had
forked no lightning they
Do not go gentle into
that good night.
Good men, the last wave
by, crying how bright
Their frail deeds might
have danced in a green bay,
Rage, rage against the
dying of the light.
Wild men who caught and
sang the sun in flight,
And learn, too late,
they grieved it on its way,
Do not go gentle into
that good night.
Grave men, near death,
who see with blinding sight
Blind eyes could blaze
like meteors and be gay,
Rage, rage against the
dying of the light.
And you, my father,
there on the sad height,
Curse, bless, me now
with your fierce tears, I pray.
Do not go gentle into
that good night.
Rage, rage against the
dying of the light.
—————————
No entres dócilmente en esa noche quieta.
La vejez debería delirar y arder cuando se cierra el día;
Rabia, rabia, contra la agonía de la luz.
Aunque los sabios al morir entiendan que la tiniebla es
justa,
porque sus palabras no ensartaron relámpagos
no entran dócilmente en esa noche quieta.
Los buenos, que tras la última quietud lloran por ese brillo
con sus actos frágiles pudieron danzar en una bahía verde
rabian, rabian contra la agonía de la luz.
Los locos que atraparon y cantaron al sol en su carrera
y aprenden, ya muy tarde, que llenaron de pena su camino
no entran dócilmente en esa noche quieta.
Los solemnes, cercanos a la muerte, que ven con mirada
deslumbrante
cuánto los ojos ciegos pudieron alegrarse y arder como
meteoros
rabian, rabian contra la agonía de la luz.
Y tú mi padre, allí, en tu triste apogeo
maldice, bendice, que yo ahora imploro con la vehemencia de
tus lágrimas.
No entres dócilmente en esa noche quieta.
Rabia, rabia contra la agonía de la luz.
Chris Nolan ha incorporado el espíritu de este poema en su
última película “Interstellar”
2 comentarios:
Joan,
Una sucinta biografía de Dylan Thomas deja bien claro que fue de los que vivió apretando el acelerador a tope, con la bebida como gasolina. No puedo identificarme con este “modus vivendi”, pero ello no es óbice para admirar el poema que has escogido. Después de leerlo, me ha recordado tu frase “Buscador incansable que lucha contra las manecillas del reloj”, algo les une en la actitud de cada uno ante la vida, supongo que una sed insaciable por reivindicar una vida que incida en múltiples aspectos esenciales (amor, sociedad, justicia, etc...) de manera proactiva y determinante, con poco margen para la reflexión y el sosiego. No lo critico, todos necesitamos de agitadores que nos despierten del letargo permanente en que solemos apalancarnos cuando tenemos nuestras pirámide de Maslow más que colmada. Los que somos más tranquilos en nuestro quehacer diario tenemos un deber ineludible: evitar que borrachos y locos terminen con su misión agitadora de conciencias demasiado pronto, para no privarnos de sus ráfagas de clarividencia que incomodan nuestras acomodaticias almas. Esta simbiosis de caracteres estoy convencido que es una de las razones más atractivas de nuestra existencia. Joan, gracias por recordárnoslo.
Lluís
Hola Joan,
Conozco bien el poema a través de la pieza que escribió Stravinsky utilizándolo. Poeta y compositor habían planeado escribir una ópera hacia 1953. Cuando IS llegó a New York para encontrase con DT halló, en su lugar, un telegrama anunciando su muerte. Como homenaje el compositor escribió la canción fúnebre (que el poeta había escrito para su padre) para tenor, trombones y cuerda en su estilo tardío, el serial. Aunque no sea fácil de escuchar vale la pena hacerlo y penetrar en su profunda expresividad: https://www.youtube.com/watch?v=clcXXYLWSeQ
Ya me dirás
Carles
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