lunes, 6 de enero de 2014

Vida Zombie


Comienzo con este oxímoron que me viene como un guante para remarcar la condición de crisis existencial en la que vivimos estos días. “Crisis”, fracaso, vacío, la nada, el abismo y la necesaria decisión, la reinterpretación, el nuevo comienzo. Pero ese renacer todavía está por venir…
Así que ahora tenemos crisis, y parece que la tendencia social nos arrastra a convertirnos en “zombies”. Los zombies son aquellos seres, generalmente de forma antropomorfa, que se mueven a pesar de ser inanimados. Realmente están más cerca de ser objetos que de otra cosa, objetos articulados, o desarticulados en algunos casos, que andan hacia no se sabe donde y por eso reciben el nombre de caminantes eternos. También comen mucho a pesar de que sus carnes no medran, no les aprovecha la comida, y hablan bastante en su idioma que recuerda a lastimosos gemidos. Por su forma de comportarse, parecen anhelar la vida y cuando huelen una brizna de ella, se alinean todos como si fueran limaduras de hierro en un campo magnético. Curiosamente, su condición “zombie” parece anular las diferencias de raza, credo o estatus social y todos son bastante iguales, iguales a la nada. Su variedad es más fruto de la creatividad de la Parca, que decora sus cuerpos con un número de miembros variable y crea verdaderas obras de arte con los jirones de carne que todavía atesoran los desgraciados.
Pero para mí, la principal característica de los zombies es la vacuidad de su existencia,  no tienen nada en la cabeza, a veces literalmente, así lo mismo les da ir que venir y sólo son capaces de proferir gemidos que ni ellos mismos alcanzan a descifrar.
Y ahora, ¡qué tonto soy!, se me ha erizado el vello al releer el párrafo anterior y ver que es una buena instantánea de la sociedad actual. ¡Somos literalmente zombies!
Los agentes sociales gritan, los políticos gritan, los líderes mundiales gritan y los borrachos del bar del pueblo también gritan pero yo sólo oigo gemidos, igualitos a los que emiten los zombies. Incluso, hay una generación que se debate entre la estética gótica y la monstruosa, que los ojeadores de la moda internacional han sabido colocar en la mente de los adolescentes como consecuencia de una muy acertada lectura de los signos de nuestro tiempo. Estamos viviendo la era de la muerte en vida.
Princesas Zombie, Blancanieves, Cenicienta, Rapunzel, la Bella Durmiente, Sirenita,…todas zombie y por definición una vez zombificadas, todas iguales. La pureza de Blancanieves, la difícil adolescencia de Cenicienta, el feminismo reivindicativo de Bella y el resto de cualidades encarnadas en cada princesa, todo a la olla para hacer un gris puré zombie, a la espera de un nuevo paradigma de la belleza, del valor del esfuerzo,… y en definitiva de la vida humana.
Dicho con palabras más crudas, tenemos toda una generación de niños, adolescentes y jóvenes que han nacido en la muerte, han nacido en el valle que hay entre dos modelos de avance humano. Los padres, que todavía recordamos lo que era la ilusión, intentamos protegerlos, meterlos en una burbuja que pretendemos tener cerrada hasta que la vida vuelva a eclosionar. Pero no sé si lo conseguiremos, todo huele a zombie y los vástagos van creciendo sin tener nada sano, que no huela a podredumbre, que echarse a la boca. ¿Seremos capaces de trazar el puente necesario por encima de este valle? ¿En que piensan los profesores y educadores cuando entran en clase? Se hace imprescindible la capacidad de echar la mirada muy lejos para no caer en el sálvese quien pueda, o ir superando niveles educativos al más puro estilo zombie. Una gran responsabilidad, la de los profesores.
Como persona y como padre, anhelo que mis ojos alcancen a ver el despertar de esta larga hibernación del alma, en contraposición a lo que sugieren mis peores pesadillas, donde sólo me queda camino de muerte por recorrer.
Quizá la opción zombie es la mejor en estos casos y los caminantes no hacen otra cosa que seguir al pie de la letra los versos de Machado cantados por Serrat, “caminante no hay camino, se hace camino al andar”… y ya veremos por donde salimos.