Después de consultar el significado de cresas, supongo que estarás de acuerdo conmigo en que esta agenda peca de unilateral: el trabajo se cita de lunes a jueves, reservando de viernes a domingo para el último capítulo de nuestra existencia. ¿Dónde está lo bueno de esta vida? ¿Vivir sólo para trabajar? De acuerdo, con la reforma del calendario laboral quizás ya no disfrutaremos más de puentes de cuatro días (¡viva la productividad!), ha estado lloviendo (¡qué fastidio!) y anochece a las seis de la tarde (menudo servicio público…), pero seguro que si rebobinas en el tiempo arrancarás esta hoja de la agenda y la reharás mucho más equilibrada. No sé, me despido con cierta sensación de haber picado un anzuelo, a ver si me lo aclaras …
de hecho tienes toda la razón, la agenda no está equilibrada. Pero si te paras a pensar, a veces las personas vivimos periodos de nuestras vidas en los que introducimos este tipo de desequilibrio apoyándonos en la fantasía de un futuro que nos promete tiempos mejores. Creemos tener el control de nuestras vidas como tenemos el control de nuestras agendas y resulta que no, que esa manera de vivir según una agenda que programa un tiempo edificante o divertido para mañana es un gran error. En estas siete líneas he querido hablar sobre la banalidad de la vida y de la muerte, que nos puede hacer viajar desde una pescadería cualquiera hasta el lugar del eterno reposo. Parece un viaje inaudito o imposible y sin embargo, no hay que mirar más allá del fin de semana para advertir viajes más largos que comenzaron en una fiesta y alcanzaron el mismo destino final teniendo como única razón, el banal lanzamiento de un petardo. Este ejemplo tan reciente me ha hecho ponerme un poco serio pero no es mi intención. Yo prefiero combatir el absurdo de la vida y de la muerte riéndome de él. Muchas gracias por tus comentarios y perdona por los sustos que te pego pero es que estamos en tiempo de difuntos y he comido pocos panellets.
2 comentarios:
Joan,
Después de consultar el significado de cresas, supongo que estarás de acuerdo conmigo en que esta agenda peca de unilateral: el trabajo se cita de lunes a jueves, reservando de viernes a domingo para el último capítulo de nuestra existencia. ¿Dónde está lo bueno de esta vida? ¿Vivir sólo para trabajar? De acuerdo, con la reforma del calendario laboral quizás ya no disfrutaremos más de puentes de cuatro días (¡viva la productividad!), ha estado lloviendo (¡qué fastidio!) y anochece a las seis de la tarde (menudo servicio público…), pero seguro que si rebobinas en el tiempo arrancarás esta hoja de la agenda y la reharás mucho más equilibrada.
No sé, me despido con cierta sensación de haber picado un anzuelo, a ver si me lo aclaras …
Lluís
Hola Lluís,
de hecho tienes toda la razón, la agenda no está equilibrada. Pero si te paras a pensar, a veces las personas vivimos periodos de nuestras vidas en los que introducimos este tipo de desequilibrio apoyándonos en la fantasía de un futuro que nos promete tiempos mejores.
Creemos tener el control de nuestras vidas como tenemos el control de nuestras agendas y resulta que no, que esa manera de vivir según una agenda que programa un tiempo edificante o divertido para mañana es un gran error.
En estas siete líneas he querido hablar sobre la banalidad de la vida y de la muerte, que nos puede hacer viajar desde una pescadería cualquiera hasta el lugar del eterno reposo.
Parece un viaje inaudito o imposible y sin embargo, no hay que mirar más allá del fin de semana para advertir viajes más largos que comenzaron en una fiesta y alcanzaron el mismo destino final teniendo como única razón, el banal lanzamiento de un petardo.
Este ejemplo tan reciente me ha hecho ponerme un poco serio pero no es mi intención. Yo prefiero combatir el absurdo de la vida y de la muerte riéndome de él.
Muchas gracias por tus comentarios y perdona por los sustos que te pego pero es que estamos en tiempo de difuntos y he comido pocos panellets.
Un abrazo,
Juan F.
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