martes, 29 de marzo de 2011

Homo Habilis


El adjetivo que da nombre a esta especie del genero homo hace referencia a su capacidad para manejar utensilios, herramientas. Es decir, este antecesor de la raza humana era ya, hace 1,5 millones de años, suficientemente inteligente como para poner a su servicio los materiales que encontraba en su entorno. Dicho de otra manera, era capaz de proyectarse, de extrapolarse en pos de la consecución de un determinado reto añadiendo a su estructura física aquello que le faltaba, como podía ser un filo, un mazo, un palo…

A medida que fue transcurriendo el tiempo desde aquel Pleistoceno hasta nuestros días, el número de instrumentos o utensilios que ha acompañado la evolución humana ha ido creciendo, permitiéndonos hacer cada vez cosas más sofisticadas, más alejadas del potencial físico humano. De hecho parece haberse establecido una simbiosis entre estos dos parámetros, evolución-herramientas, es decir, vamos evolucionando de manera que aumenta nuestra precisión psicomotriz, lo cual nos permite manejar mejor las máquinas pero al mismo tiempo se atrofian aquellas funciones que ahora hacen las máquinas y antaño hacíamos nosotros. De esta manera, parece que el camino de nuestra evolución está fuertemente delimitado por lo que nosotros mismos vamos creando, es decir, nuestra evolución se retroalimenta constantemente y en la actualidad, casi todos somos capaces de imaginarnos un futuro en el que nuestro soporte físico será enteramente sustituido por las máquinas. ¿No sería esta la herramienta total?, una mente actuando sobre un poderoso soporte físico capaz de hacer todo lo que los cuerpos físicos pueden hacer en un entorno material.

De momento, el hombre de hoy en día se parece más al Inspector Gadget que a la máquina total. Yo mismo, nunca salgo de casa sin mi móvil, que cada vez tiene más funciones: me despierta por las mañanas, me permite estar absolutamente localizable por los demás, me permite estar absolutamente localizado mediante el GPS, puedo escuchar música, me permite hacer de reportero gráfico, me organiza la vida, me permite aceptar el borrador de Hacienda, etc… Tampoco olvido mi manojo de llaves que va creciendo con el tiempo, en el que están las llaves del coche, de casa, del buzón, del parking, de la taquilla del trabajo, del candado de la bici…. miles de llaves que abren miles de puertas de un sofisticado mundo lleno de barreras y proteccionismo espacial. Asimismo, no hay que dejarse las gafas de sol en casa que luego la vista se resiente cuando vamos conduciendo, eso sí, debes combinarlas con las de vista porque cada día estamos más cegatos, y si el día está bonito, o ha nevado, o pasa algo extraordinario, lo mejor es llevarse la cámara para estar preparados y hacer unas buenas fotos. Si vas a pasear con tus hijos, no olvides la cámara de video, que así, luego podrás tener un bonito recuerdo de aquel día en los columpios que en realidad no disfrutaste porque eras espectador detrás de la cámara. Otro de los elementos imprescindibles es llevarse una gorra que además de ir a la moda, te permite protegerte del dañino sol, qué luego por la tarde duele la cabeza. Otro de los elementos que ya se ha fusionado con mi muñeca es el reloj que me permite seguir cultivando mi obsesión por aprovechar bien el tiempo, qué la vida son cuatro días. Si sales con tus hijos a pasear es muy importante que se lo pasen bien, así que no debes olvidar el cubito y la pala, el monopatín, la pelota, su muñeco preferido, el paquete de pañuelos por si tienen mocos, algo para entretener el hambre, una botellita de agua mineral, sus gorras. Y que pasa si te aburres en los columpios, entonces hay que llevar el diario o una revista, o en su defecto un ebook con 3000 libros en la memoria para que no nos falte lectura, qué también hay que pensar en el ocio de uno. Según lo que vayas a hacer fuera de casa debes considerar llevar otros utensilios como una navaja, un bastón para ayudarte a caminar, una mochila que puede contener o no un portátil, y hasta la nintendo para un caso de emergencia, como por ejemplo que los niños te dejen comerte tranquilamente tu entrecot en el restaurante del domingo.

Ahora bien, lo que es absolutamente imprescindible, que no se te puede olvidar bajo ningún concepto, es la cartera, o billetera, o tarjetera. Esa que toda la vida se ha llevado en el bolsillo de atrás del pantalón y que ahora no se lleva, no porque te la roben sino porque no cabe y además se deforman las tarjetas. Al igual que el manojo de llaves, la cartera del hombre actual también va creciendo. El dinero en metálico disminuye pero aumenta la documentación. Quien podría salir de casa sin su DNI, su cartilla de la SS, su tarjeta del seguro médico privado, la tarjeta del gimnasio, la de la biblioteca, la de la máquina del café, la de los puntos, la de crédito, la de débito, la del otro banco por si no encuentras cajeros, la del Corte Inglés, la del ToysRus y por supuesto, el carné de conducir, que la multa es segura. Además nuestra cartera, que protegemos con nuestra vida si hace falta, también hace las funciones de almacén o archivo pues allí guardamos todos los tickets de todas las compras que vamos haciendo hasta que se borra la tinta, por si los bienes de consumo adquiridos se estropean o no quedan bien delante del espejo. Si aún te queda sitio, puedes llevar una fotografía de tu familia y un calendario de cartulina de los de toda la vida, y qué se quite la blackberry. Respecto al bolso de las mujeres, eso es otra galaxia con miles de estrellas que no me atrevo ni a mirar con telescopio.

¿Está el homo habilis a punto de llegar al paroxismo? Yo creo que sí, y por eso le estamos pidiendo a la evolución que dé otro salto cualitativo e integre todos estos utensilios en una estructura biomecánica que ya no sería de nosotros, sino que seriamos nosotros.

domingo, 13 de marzo de 2011

Antropología basura


Cuando dentro de miles de años “alguien” estudie la civilización que ocupó el planeta Tierra en el periodo alrededor del segundo milenio D.C., qué creéis que encontrará como elemento definitorio y más representativo de aquellos habitantes terrestres. Será algo que perdurará a lo largo del tiempo, que debido a su ingente cantidad se erigirá como la huella más importante dejada por los humanos en el planeta Tierra. Algo, que no es otra cosa, más que la BASURA.

La arqueología del futuro tendrá mucho que ver con los procesos que actualmente llevamos a cabo en los vertederos y plantas de reciclado de basura, atendiendo al producto principal, por su cantidad, producido por la civilización actual. Quizá los arqueólogos del futuro se verán obligados a cambiar el nombre de su especialidad por arqueobasureros o simplemente por basureros.

Pero el fenómeno de transformación de materias naturales en material sintético desechable y tóxico, es decir basura, es tan significativo y se produce a una escala de tal magnitud, que no sólo será estudiado por antropólogos y arqueólogos sino también por los geólogos del mañana. Sí, queridos conciudadanos, ya somos capaces de crear nuevos continentes, territorios ignotos todavía por descubrir. Si Colón partiera ahora de España en dirección al Nuevo Mundo, posiblemente estaríamos llamando América a una enorme isla basura que flota en el Atlántico entre las Islas Bermudas y las Azores. Ha sido bautizada con el romántico nombre de North Atlantic Garbage Patch y se están enviando expediciones de hombres tan bravos y temerarios como los que acompañaban a Colón para intentar cartografiar este nuevo territorio robado al mar.

Lo curioso, es que ya en el año 1997, el regatista Charles J. Moore, al que deberíamos conceder el título de “Gran Descubridor”, descubrió otro nuevo continente de 2 veces el tamaño del estado de Texas, al grito de ¡Basura! Este nuevo continente fue bautizado con el nombre de Great Pacific Garbage Patch y si sigue creciendo a buen ritmo, quizá algún día nos permitirá ir caminando desde California hasta Japón, lo cual seguro tendrá un efecto muy beneficioso sobre el aumento de las relaciones comerciales entre ambos países.

Sobre lo que no estoy tan seguro es de quien reclamará la soberanía sobre estos nuevos territorios. Quizá así puedan convertirse en republicas independientes desde el principio, sin tener que sufrir las penurias del colonialismo. Y cómo llamaríamos a sus habitantes, ¿basureros, basuranos, basuroles… traperos? Si son listos, seguro que montarían grandes plantas de reprocesado y nos volverían a vender lo que hemos tirado a la basura, lo cual bien mirado les concedería el título de comunidad ecológica. Volviendo a la antropología, en esta sociedad se eliminaría el desagradable hábito de salir a tirar la basura y coger frío por la noche, la basura se dejaría simplemente donde es generada para mayor gloria de la emergente nación. De hecho se eliminaría el concepto de “residuo”, no tiene sentido en un lugar así. Serían también los mayores productores de metano, como fuente inagotable de energía, por lo que supongo que al final acabaríamos cobrándoles por la basura que tiramos. A nivel cultural, se crearía un inmenso collage cultural que aglutinaría todas las culturas del planeta pero en su versión subproducto marginal, es decir, serian gentes que vivirían permanentemente en la vanguardia artística, por lo que también serían grandes exportadores de arte.

En cuanto a su estatus económico, creo que sería un claro ejemplo de paraíso fiscal, ya que no serían necesarios los impuestos: cuanto más deteriorado y asqueroso estuviera todo, mejor. Su moneda, el Tapón de PVC, siempre estaría sometida a una fuerte devaluación respecto al dólar, el euro o el yuan para favorecer las exportaciones. Aunque el país sería aconfensional todos reconocerían como patrón a Diógenes. Su Servicio de Inteligencia sabotearía las instalaciones de energías renovables y nuevos materiales no derivados del petróleo.

Quizá serían los ancestros de los arqueobasureros que he mencionado al principio, es decir, la estirpe humana superviviente.

Podéis ver a Charles J. Moore presentando su descubrimiento aquí:

http://www.youtube.com/watch?v=en4XzfR0FE8