lunes, 14 de febrero de 2011

Virus inteligente.


Al releer un antiguo post de mi sabio y querido amigo Carles Puig que él tituló como La Red, y en línea con la actual revolución que devuelve el poder al pueblo gracias a su libre gestación en el espacio más libre que existe sobre el planeta, y que no es otro que Internet, ha saltado en mi la chispa de la inquietud.

Carles es una de esas personas que parecen ir un cuarto de hora por delante del resto de los mortales y ya en este post de hace 5 años, anticipaba con bastante tino la ola de alzamientos populares que recorre el Magreb (o cualquier otro territorio oprimido del planeta).

La Red está representando en la actualidad lo que antaño fueron otras revoluciones en el manejo de la información, como el advenimiento de la imprenta, o la entrada de la televisión en todos y cada uno de nuestros hogares. Estos mecanismos de transmisión del saber permitieron, en principio, acercarnos a la igualdad y eliminar las castas porque el saber es poder. Sin embargo, con el tiempo han caído pasto de la manipulación de los poderosos, que finalmente han acabado por descubrir el mecanismo del juguetito para ponerlo a su servicio.

Así las cosas, los mass media se han convertido el las armas de propaganda más poderosas ideadas por el ser humano, encargadas del aborregamiento y adoctrinamiento de millones de dóciles y acomodadas mentes. Por el momento, parece que Internet es el último reducto de libertad, que se ha erigido como el nuevo mecanismo social que devuelve el poder al pueblo. De esto ya se ha dado cuenta hasta el más tonto de los gobiernos y los servicios de inteligencia echan humo en pos de descubrir el mecanismo de este nuevo juguetito que permite al pobre, al marginado y al subyugado organizarse para luchar.

Es por esta regla de tres, que me he encontrado extrapolando el desdichado y denostado presente de la televisión sobre nuestra flamante forma de comunicación que es Internet. No es mi intención dar pistas sobre como los gobiernos podrían controlar lo que ahora nos parece incontrolable, y de hecho, no creo que vaya a descubrir nada nuevo en lo que no hayan pensado ya. Preferiría seguir recreándome en el dulce momento romántico que nos está proporcionando la revolución electrónica pero por desgracia se me ha ocurrido un modo de controlarla.

Se trata de pensar en como manejar una ingente cantidad de datos, algo inabarcable para la mente humana. Qué fácil es retirar la edición de un diario de los quioscos o emitir un programa televisivo que se ve hasta en los frentes de guerra más lejanos, pero ¿cómo podemos controlar millones y millones de mensajes cruzando el globo en cuestión de minutos? Es evidente que no podemos, pero quizá sí podría hacerlo un ejercito de millones de soldados embebido en el sistema. Tiene bastante que ver con el desarrollo de la inteligencia artificial puesto que se requiere intrínsecamente la compresión del contenido, la compresión racional de la información. Quizá no estamos todavía en ese punto pero un programa informático si que puede reconocer palabras e intuir el contenido del mensaje en base a ellas. De hecho, un motor de búsqueda como Google reconoce muy bien las palabras de cualquier idioma.

Así que, ¿sería tan descabellado pensar en la existencia de ciertos programitas informáticos, que inoculados en el sistema, se propagaran de forma viral y reconocieran patrones de palabras extremadamente peligrosas como: “libertad”, “pan”, “petróleo”, “huelga”, “amor”, “medicinas”, “tirano”, “oro”, “soborno”, “ilusiones”, “fe”, “educación”, “altruismo”, etc..? Estos programitas que yo he bautizado como “virus inteligentes” podrían hacer varias cosas una vez detectado un contenido potencialmente peligroso: podrían reportar el origen del mensaje, podrían destruir el mensaje o podrían modificar el mensaje, se me ocurre a bote pronto. O sea, que estos pequeños espías que no comen, ni se quejan, parasitarían el sistema pervirtiéndolo, envenenándolo y haciendo que el hombre continúe su búsqueda de la última frontera de la libertad.