Supongo
que muchos ya os habréis dado cuenta de que no estamos en una época de cambios
sino en un cambio de época. ¿Y por qué hablo de un antes y un después de esta
pandemia que nos asola? Pues porque el COVID19 nos está obligando a tomar
muchas decisiones éticas y muchas más que nos están esperando en el futuro
inmediato.
El
coronavirus nos enfrenta a la tesitura de decidir cuánto vale la vida de una
persona. Tu vida se deprecia con la edad. Eso ya lo sabíamos pero ahora ya es
oficial, “¡España está aplicando la eutanasia pasiva!” Si tienes más de 70
años, los médicos no te entuban, así que no ha hecho falta aprobar ninguna ley
de eutanasia en el Parlamento, ya la estamos aplicando y me hará mucha gracia
si cuando por fin se debata esta ley en las cortes, se levantan las voces
puritanas diciendo que el ser humano no
tiene la potestad de decidir entre la vida y la muerte cuando el COVID19 nos ha
enseñado que sí, que sí podemos decidir quién vive y quién muere.
A una
parte de los humanos, el mundo anglosajón nos parece a veces descarnado, tanto
tienes, tanto vales, y de nuevo el impacto de esta plaga nos hace ver que los
tiros van por ahí, vamos, que tienen razón. Desde la órbita del gobierno
británico no tienen empacho en confesar sin ningún pudor que su gobierno actúa
sólo cuando el coste para salvar una vida es inferior a unos 10.000 euros. Si
miramos la otra cara de la moneda del mundo anglosajón, la que está al otro
lado del Atlántico, sabemos que USA tiene una tradición individualista que se
encuentra muy lejos del contrato social europeo. Ante el COVID19 es posible que
allí se tomen las primeras decisiones de profundo calado ético y que dividirán
fuertemente a la humanidad.
El
problema es que nuestra capacidad ética no es proporcional a los retos que
tenemos que resolver. El 99% de las acciones humanas nacen del miedo y la indiferencia
es una respuesta camuflada del miedo. Cuando todo el mundo intenta salvar su
culo, léase el gitaneo con los respiradores, es un síntoma claro de
hundimiento. Otro ejemplo, el uso de la propaganda del que está siendo pasto la
tasa de mortalidad por el COVID19. Alemania, al más puro estilo Goebbels,
quiere que el virus vuelva a llamarse “gripe española” para luego decir que no
está de acuerdo en establecer un plan de choque económico comunitario porque la
crisis sanitaria es cosa de los países del sur. Comportamiento que para mí no
dice mucho sobre la supervivencia futura de la Unión Europea.
Para
vislumbrar la magnitud del cambio, sólo pensad que el confinamiento actual
alivia el ritmo de contagios pero cuando se levante, no impedirá que te tengas
que enfrentar al virus, tú como persona en un duelo a vida o muerte alejado de
las estadísticas. Convivir con la incertidumbre es la esencia de la vida pero
muchos no lo saben. COVID19 nos lo recuerda y eso seguirá martilleando nuestros
cerebros y nuestra economía durante largo tiempo, ¿veis el poder transformador
de esta crisis?
Y si
hay un cambio es porque algo no funciona y un nuevo modelo va a emerger. Después
de la II Guerra Mundial, el capitalismo-liberal podemos decir que se ha
impuesto en todo el mundo, ¡si hasta las dictaduras comunistas como China lo
han adoptado! Pero este sistema tiene sombras que han ido minando su sostenibilidad
en el tiempo. El capitalismo legitima la exacerbación del deseo sin freno y
nuestra depredación del planeta. Y desde que el mercado se hizo global,
planetario, esta globalización es la manera de barrer la ética de nuestra casa
y meterla debajo de la alfombra de otros países más necesitados. Ahí están los envíos
masivos de plásticos residuales a India, o incluso China, ahí está la
explotación infantil, ahí están la guerras “inhumanas” por el control de los
cada vez más escasos recursos naturales…
El
siglo XXI no va a ser un siglo de guerras entre izquierda y derecha, entérese
señor Pablo Iglesias de que su discurso ya hace mucho que caducó, va a ser un
siglo de confrontación entre generaciones de jóvenes y viejos y de la
definición de la relación humano-máquina. Esta crisis lo hace evidente, estamos
usando las máquinas para superarla pero también las máquinas nos están usando a
nosotros para configurar las características de una nueva realidad. Si no sabes
cómo funciona el Skype, el Zoom, el trabajar en remoto, etc… estás muerto, lo
siento.
Así
que, ¡es hora de reflexionar! ¡Por fin hemos podido parar! Bajarnos del tren en
una estación y ver a dónde nos dirigíamos. Quien no aproveche esta oportunidad
para reflexionar si el camino que llevaba en la vida era el deseado, es
gilipollas porque no se volverá presentar una ocasión igual.
Yo
miro a mis hijas y veo que todavía no tienen la capacidad de entender que está
pasando, y sin embargo, ellas y su generación tendrán la responsabilidad de
poner las bases éticas de la vida humana en la segunda mitad del S. XXI.
¡El
mundo es de las Gretas, las Saras y las Helenas…!
3 comentarios:
Joan,
La Vanguardia publica hoy un interesante artículo de Yuval Noah Hariri (https://www.lavanguardia.com/internacional/20200405/48285133216/yuval-harari-mundo-despues-coronavirus.html) en el cual afirma: “En este momento de crisis, nos enfrentamos a dos elecciones particularmente importantes. La primera es entre vigilancia totalitaria y empoderamiento ciudadano. La segunda es entre aislamiento nacionalista y solidaridad mundial.”
Carles Puig, en su blog “Transcliché Metacorner” escribe en su entrada “Mahagonny”: “Esta situación de aislamiento podría ser una oportunidad excepcional para replantearse todos estos temas. Aunque me temo que más que al Decamerón nos remitiremos a Mahagonny. Cuando el huracán haya pasado de largo reprenderemos nuestros vicios sociales aún con más intensidad…”
Y en esta entrada de tu blog, Joan, afirmas: “El siglo XXI [...] va a ser un siglo de confrontación entre generaciones de jóvenes y viejos y de la definición de la relación humano-máquina.[...] Quien no aproveche esta oportunidad para reflexionar si el camino que llevaba en la vida era el deseado, es gilipollas porque no se volverá presentar una ocasión igual.”
Hay un denominador común entre los tres: estamos en una encrucijada y hay que elegir cómo queremos vivir a partir de ahora. Hariri dice en su artículo que surcoreanos, taiwaneses y los habitantes de Singapur han optado por el empoderamiento ciudadano a través de enterarse de lo que está sucediendo siguiendo su criterio según sus propios canales de información. Carles no parece que vea muy claro lo del cambio en un escenario mundial, y lleva algo de razón, sólo hay que echar una mirada a la Historia para verificar que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. En tu caso, Joan, albiras cambios en algunas sociedades muy individualistas como la estadounidense, pero dejas la puerta abierta al cambio en la nuestra, dejando que sea la generación de tus hijas la que deba elegir.
Yo creo que la gente quiere volver al cine, cenar en un restaurante, reunirse con los amigos, esto es, todo lo que el coronavirus nos ha arrebatado. Si la pandemia reaparece pronto, reaccionaremos mejor, pero si vuelve dentro de diez años, veremos quién se acordará de la lección. Entretanto, lo de escoger entre vigilancia totalitaria y empoderamiento ciudadano, y entre aislamiento nacionalista y solidaridad mundial, pues será un proceso más lento que dependerá más de lo que decidan las mayorías que de lo que uno crea. Quizás lo que veo más probable sea que la individualista sociedad norteamericana pierda influencia en este mundo global y el ejemplo del comportamiento de los surcoreanos prevalezca.
!Seguimos conversando!
Lluís
Hola,
Por alusiones: creo que (a pesar de lo que puse en el blog) el cambio llegará de todos modos, aunque no lo queramos y sigamos comportándonos como si nada. Un cambio importante que no es consecuencia de la crisis de 2008 ni de la pandemia de 2020 sino del curso de la historia y del desarrollo humanos. Los aspectos que describes, Joan, son la parte más explícita porque creo que lo que cambiará será la cosmovisión en general (ya lo está empezando a hacer desde hace muchas décadas). Estoy empezando a escribir una entrada en transcliché sobre el tema pero las tareas domésticas no me dejan centrarme en el tema).
Seguimos hablando
Carles
Chicos, gracias a los 2 porque creo que nuestra conversación va a ser muy enriquecedora, al menos para mi. Me he puesto a contestar y la respuesta ha sido tan larga, que me ha salido otra entrada. Ahí está mi respuesta. ¡Qué pena no poder intercambiar opiniones en un bar entre unas cuantas cervezas! COVID no quiere
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