domingo, 12 de abril de 2020

Una historia de lobos, ovejas y tiburones



La existencia de miedos ancestrales a las epidemias explica que sea fácil manipular a la población respecto a las enfermedades infecciosas, como bien demuestra el caso de la "pandemia de gripe A” (gripe aviar H5N1 y posterior gripe porcina H1N1). Durante esas pandemias, los medios de comunicación de masas utilizaron un lenguaje militar atemorizante que llevó a la población a exigir medidas de combate para defenderse ante el "ataque".
Empezando por el principio, entre 1990 y 1995, a partir del anís estrellado, se desarrolló el oseltamivir por Gilead, empresa de Estados Unidos que lo patentó en 1996.
Al año siguiente Donald H. Rumsfeld, que ya era accionista de la empresa, fue nombrado Presidente del Consejo de Gilead Sciences, donde ejerció hasta principios de 2001, cuando se convirtió en el Ministro de Defensa (cargo que ocupaba por segunda vez) de la administración Bush.
En 1996, Gilead Sciences vendió por 50 millones de dólares los derechos de explotación comercial a Roche (empresa Suiza) la que a su vez lo puso en el mercado con la denominación de Tamiflu.
Gilead Sciences Inc. firmó contratos hasta 2016, según los cuales Roche le proporciona el 10% de los beneficios de la comercialización de Tamiflu.
La FDA también aprobó la comercialización de Tamiflu en 1999, con ensayos clínicos que habrían probado la disminución de la duración del cuadro gripal pero que arrojaban un dudoso impacto sobre las complicaciones y muertes.
De hecho, hasta la oportuna llegada de las supuestas epidemias de gripe aviar, Tamiflu se vendía tan poco que se pensó incluso en retirarlo del mercado.

Gripe Aviar

Luego vinieron el Síndrome Respiratorio Agudo (SARS), la gripe aviar (virus H5N1), ..., y todo se arregló.
No en vano en 2005, Fortune Magazine describió a Gilead como una de las empresas del sector de la industria biotecnológica más conectadas políticamente. Los sucesos siguientes demostraron lo acertado de su apreciación.
En agosto de 2005, un comunicado de la OMS informó que Roche donaba a la comunidad internacional 3 millones de tratamientos de Tamiflu para su uso en la lucha contra la gripe aviar de los países pobres.
No sabemos si Roche hizo otra "donación" a la OMS para que ésta añadiese en su comunicado el siguiente aval a la eficacia del medicamento: "En una pandemia, si se combina con otras medidas, la administración de Tamiflu podría ayudar a reducir las enfermedades y muertes y contener la explosión del virus o enlentecer su propagación". Por si fuera poco, la OMS recomendó a todos los países que almacenaran reservas de antivirales como Tamiflu.
Esta hábil operación de marketing, que combinaba una caridad interesada con una promoción de su dudosa eficacia, hizo que Tamiflu, de ser un medicamento a punto de retirarse, se convirtiera en un medicamento estrella.
Simultáneamente a esta propaganda se desarrolló una campaña de terrorismo mediático que tenía su epicentro en Estados Unidos. El gobierno de Bush en otoño de 2005 sembró el pánico, y afirmaba que “un mínimo de 200.000 personas morirá de la Pandemia de la Gripe Aviar pero que estas cifras podrían llegar, en el peor caso, a ser como de 2 millones de muertes, sólo en los Estados Unidos”.
La campaña de miedo justificó la compra masiva de 80 millones de dosis de Tamiflu. Los Estados Unidos habían colocado un pedido de 20 millones de dosis a 100 dólares la unidad, por un total de 2 billones de dólares.
Donald H. Rumsfeld, Secretario de Defensa, encargó comprar Tamiflu por valor de 1.000 millones de dólares para inyectárselo al personal militar de los EE UU desplegados en todo el mundo, por "precaución", aunque se demostró que Tamiflu no era ningún antídoto para el virus H5N1.
Además, el precio de Tamiflu subió de unos 40€ en 1999 (fecha en que Roche lo sacó al mercado) a 377€ en 2005.
También fue un excelente negocio para Gilead. Según la revista Fortune: "Con el temor de una pandemia, las acciones de Gilead en 6 meses aumentaron de 35 a 47 dólares"
El fulgurante ascenso de las ventas de Tamiflu produjo millones de dólares para Roche, para Gilead y para sus accionistas como Donald Rumsfeld. La revista financiera USA Fortune reveló que Rumsfeld era el afortunado propietario de al menos 5 millones de dólares de acciones de Gilead Sciences. Inmediatamente después de la publicación del artículo en Fortune, Rumsfeld dijo que nunca había considerado la venta de sus acciones a principios de ese año (2005), cuando la cuestión de una posible pandemia comenzó a surgir. Fortune también reveló que el ex Secretario de Estado, George Schultz, estaba en el consejo de administración de Gilead, y que no tuvo los reparos de Rumsfeld. Vendió $ 7 millones de acciones desde principios de 2005. Pero lo cierto es que fue un excelente negocio para ambos, puesto que las acciones de Gilead subieron en un 700 % en las semanas siguientes y Donald Rumsfeld se embolsó unos cinco millones de dólares.
Sesenta naciones lo compraron para garantizar reservas en caso de epidemia, las farmacias fueron prácticamente asaltadas por los ciudadanos sumidos en la paranoia antiaviar.
En marzo de 2005 Tony Blair ordenó al Gobierno del Reino Unido que comprara suficiente cantidad del medicamento Tamiflu como para abastecer al 25% de los 56 millones de ciudadanos británicos.
Alemania: en junio de 2005 compró a Roche 150 millones de Euros de Tamiflu (12 millones de tratamientos).
España: a mediados de 2006 compró un millón trescientos mil Euros de Tamiflu (116.000 tratamientos).
Las fábricas de Roche se pusieron a trabajar 24 horas al día. Desde 2004 hasta finales de 2006, la producción se multiplicó por 10.
En 2005, las ventas de Tamiflu eran ya superiores a mil millones de euros. La producción de drogas prevista para 2007 era de 300 millones de dosis.
Así que Roche se forró incrementando la producción de Tamiflú en 2005, después de que se desatara la campaña terrorista según la cual en los países asiáticos había una epidemia de gripe aviar.
Finalmente la terrible y mortal cepa de gripe aviar, que hizo temblar a todo el mundo, no fue para tanto pero el gasto ya estaba hecho.

Gripe Porcina

A pesar de la falta de eficacia contra el virus de la gripe aviar H5N1, en 2009 el fármaco Tamiflu vuelve a protagonizar el escenario de la nueva epidemia de gripe porcina (virus H1N1). No sólo está siendo impulsado por la Organización Mundial de la Salud, sino también por los Institutos Nacionales de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos como el medicamento número uno de elección para la gripe.
Exactamente igual que hizo Bush con la gripe aviar, el Presidente Obama solicitó al Congreso un financiamiento complementario de 1,5 mil millones de dólares para enfrentar la crisis de la gripe porcina.
Inmediatamente Roche dijo que tenía disponible 3 millones de dosis de Tamiflu y que podía fabricar 400 millones de dosis al año.
Desde el comienzo de la supuesta epidemia, comenzó la paranoia de acumular stocks de Tamiflu exactamente igual que sucedió con la gripe del pollo.
México tenía 1 millón de dosis, lo que significa que para un país de 100 millones de habitantes, sólo había para el 1% de la población y que había que comprar más.
Estados Unidos tenía 50 millones, con lo que cubriría algo así como un 16.66% de su población.
El gobierno suizo anunció que compraría 2 millones para proteger al 25% de su población; igual que Portugal.
El Reino Unido, que ya tenía 35 millones, anunció que aumentaría su reserva a 50 millones.
España tenía 10 millones de dosis. Tan sólo Andalucía, la comunidad más poblada, tenía 1,7 millones, lo cual cubre el 20% de su población; igual que Aragón: 250 mil unidades para el 20% de la población.
Gracias a este nuevo fraude, Gilead y Roche vuelven a forrarse como lo hicieron con la gripe del pollo.
Aumento del precio de las acciones de Gilead en el New York Stock Exchange (NYSE) tras declararse la epidemia de gripe porcina: de 45.000 millones el día 23/04/2009 a más de 48.000 millones el 28/04/2009.

Sólo con el anuncio de la nueva epidemia en México, las acciones de Gilead subieron el 3%, las de Roche un 4%, y las de Glaxo el 6%.

En los 7 primeros días hábiles de bolsa que ha habido desde la irrupción de la gripe, la cotización de Roche subió un 7,1%, lo que significa que ahora vale 5.856 millones más o que ha atraído inversiones por esa cantidad. GlaxoSmithKline, en esos 7 días ha aumentado su valor un 4,5%, en total, 2.996 millones de euros.

Evolución histórica de las acciones de Gilead



La subida del 2015 parece que fue debida al lanzamiento de dos nuevos medicamentos, Sovaldi y Harvoni, que tienen como objetivo curar la hepatitis C.

COVID-19
Y señores, ¡lo vuelven a hacer! Ahora con su antiviral remdesivir.



Eso sí, como siempre por caridad humana, ja, ja, ja.

La gran diferencia del COVID-19 con respecto a las gripes aviar (H5NI) y porcina (H1N1) es que ahora sí que necesitamos algo que funcione porque realmente está muriendo gente. Así que no creo que les funcione de nuevo el truco del tocomocho puesto que remdesivir tendrá que demostrar que es realmente eficaz en dura liza contra otros abordajes terapéuticos.
En este caso no nos podemos permitir la propaganda para que unos cuantos tiburones se hagan multimillonarios porque la realidad es lo suficientemente dura como para que el vencedor se lleve algo más que dinero.

2 comentarios:

carles p dijo...

Joan,

No cabe duda de que los humanos tenemos una vieja tendencia a jugar sucio, y tus datos así nos lo recuerdan. En determinadas épocas de más cohesión estos hechos chocan con los códigos morales que la mayoría de los ciudadanos comparten. Cuando la cohesión se desgasta y los códigos cambian estos comportamientos encuentran su caldo de cultivo más adecuado. Las farmacéuticas son tan buenas o malas como el resto de las aventuras humanas y se ven sumergidas en la vorágine. Lo que necesitamos urgentemente es una nueva cohesión -que será diferente de la anterior- y unos nuevos códigos ampliados. En eso estamos ...
Un abrazo
Carles

Juan Francisco Caturla Javaloyes dijo...

Muchas gracias Carles por tu respuesta. Yo ansío esa nueva cohesión quizá por mi carácter idealista, me gustaría haber nacido en una época histórica idealista. Por eso a veces envidio a sociedades como los japoneses que parecen "cohesionarse" entorno a unos valores que todo el mundo acepta. Por tanto, el pequeñísimo granito de arena que pone mi entrada va en la dirección de protegernos de los carroñeros y caminar hacia ese nuevo orden de códigos.