Coincido
contigo Lluís y yo creo que en mi entrada vengo a decir que nuestra altura
ética está muy por debajo de lo que sería deseable para enfrentar los grandes
problemas que asolan o acechan a la raza humana. El hecho, triste y constatado,
de estar viviendo una época de crisis, de ausencia de ideales, hace que los
seres humanos nos movamos como peonzas borrachas que solo buscan satisfacer sus
necesidades más carnales y banales. Luchamos con un heroísmo inefable,
intentamos dominar una pandemia mortífera, gastamos miles de millones de euros,
sacudimos la vida humana en todo el planeta aparentemente por poder volver a
tomarnos una caña con el amigo, ir al chiringuito de la playa en verano, ir al
cine, o seguir consumiendo la droga materialista que nos satisface los fines de
semana. Y yo me pregunto, ¿vale la pena toda esta lucha titánica sólo por
recuperar eso? ¿El hostión no es suficiente para pararnos a pensar un poquito y
reflexionar si realmente queremos volver a lo de antes del COVID19? ¿Vamos a
dejar pasar esta crisis sin obtener ninguna lección de vida? ¿Sin dar un paso
hacía un nivel tan solo un poco más elevado? Cuando todo esto pase, ¿ya no
recordaremos la solidaridad que ha surgido en nuestras calles durante estos
días de zozobra?, ¿no recordaremos los aplausos a los sanitarios y a todos los
profesionales que han continuado trabajando para que el país no colapse?, ¿no
recordaremos que cuando vienen mal dadas, el Barça-Madrid es una pura anécdota
sin importancia? O sea, ¿me queréis decir que todo este coste en vidas humanas,
en familias sin ingresos, en destrucción de la sociedad del bienestar, no va a
tener ninguna lectura enriquecedora que nos haga ser un poquito mejores? Pues
francamente, ¡qué desilusión! ¿Qué necesitamos para salir de esta etapa
desalmada y entrar en el siguiente escalón espiritual humano?, ¿la tercera
guerra mundial?
Me
niego a creer que situaciones como esta no sirvan mínimamente de acicate para
replantearnos si es esto lo que queremos en la vida. No digo que se produzca
una transformación radical post coronavirus pero sí que esta sea una piedra más
en la construcción de un nuevo orden social.
El
atentado de las Torres Gemelas y el yihadismo, la crisis financiera del 2008,
la crisis sanitaria del COVID-19, el desarrollo imparable de la tecnología, el
innegable impacto del ser humano en el entorno natural del planeta, son los
ladrillos para la construcción de una nueva humanidad, que necesariamente ha de
ser mejor porque si no lo es, el resultado de la ecuación es sencillo:
¡EXTINCIÓN!
La historia
ha demostrado que quizá somos la especie con mayor capacidad de adaptación al
medio que existe sobre el planeta Tierra, por tanto, por qué he de pensar que ahora
no es así. Y por eso creo que en la segunda mitad del S. XXI, nuestros hijos verán
el advenimiento de un nuevo ordenamiento social y abandonaremos ya, por fin,
esta etapa individualista, sin ideales colectivos, en la que el ser humano se
levanta por las mañanas con el único fin de cubrir sus insignificantes
necesidades orgánicas y orgásmicas.
1 comentario:
Joan,
Ha pasado un año desde que se publicó este artículo en “BBC Future” (https://www.bbc.com/future/article/20190111-seven-reasons-why-the-world-is-improving), pero no creo que los datos hayan variado mucho. El mundo va mejorando, el problema es que no lo hace tan rápido como quisiéramos. Es lo que destaca Carles en su comentario a la entrada anterior de tu blog (véase “Virus, moral, reflexiones y miedos”): “el cambio llegará de todos modos, aunque no lo queramos y sigamos comportándonos como si nada.”
Claro que reflexionaremos sobre nuestros valores, claro que seremos más solidarios, claro que seguiremos reconociendo la labor de nuestros sanitarios, pero no lo hará todo el mundo. Habrá sociedades más sensibilizadas con la pandemia (léase sudeste asiático) y, consecuentemente, avanzarán más deprisa hacia un entorno social más justo; otras, como las de los países latinoamericanos, con sus crónicas diferencias sociales, reaccionarán más tímidamente (ojalá me equivoque). Lo importante es que el número de personas reflexionando, solidarizándose y reconociendo el esfuerzo colectivo aumente, mucho o poco, pero que aumente. Entonces, y sólo entonces, el mundo será (todavía) un poco mejor.
Saludos,
Lluís
Publicar un comentario