jueves, 16 de abril de 2020

Muchas grandes libres



La vida en el planeta es una lucha continua de adaptación al entorno para poder aprovechar al máximo los recursos que nos brinda la Naturaleza. Lo seres humanos que habitamos este planeta nos encontramos segregados en función de una serie de rasgos culturales que definen nuestra manera de ver la vida. Y esa segregación cultural se ha traducido en fronteras políticas que constituyen los estados.
Sin embargo, nuestros problemas son los mismos en todo el globo y nuestras armas para resolverlos también. Así que, podríamos considerar que los nacionalismos excluyentes, antagónicos y contrapuestos no ayudan a nuestra vida en la Tierra.
Si nos esforzamos en ahondar en nuestras diferencias, lo único que estamos haciendo es debilitar nuestra fuerza como especie que vive y habita un determinado espacio físico.  Entonces, ¿por qué hay personas que anteponen su sentimiento identitario de pertenencia a un grupo reducido como única forma de entender la realidad? La respuesta es el miedo.
Si yo comparto con un grupo de personas una forma de ver la vida y me siento protegido dentro del modelo que nos hemos construido, ¿cómo pretendes que abandone esa seguridad para intentar entenderte? Antes de cambiar mi estado mental, intentaré por todos los medios que tú aceptes el mío. Y cuando digo “por todos los medios” me refiero principalmente a hostias, es decir, mediante la dominación física, ya que por la confrontación de ideas es prácticamente imposible que el ser humano acepte una derrota dialéctica.
Pero voy al mensaje que quiero transmitir. Cuando aparece una amenaza real, seria, que no entiende de fronteras dibujadas en mapas, entonces se obra el milagro y todas esas diferencias que hemos estado ahondando durante años son alisadas en pocos días y nos damos cuenta de que la lengua, las tradiciones, la religión, las manifestaciones culturales son solo una costra superficial que es arrancada rápidamente para dejarnos completamente desnudos e “iguales”. Es decir, una amenaza seria nos devuelve de golpe al plano de la realidad, de lo realmente importante y borra de un plumazo todo el folklore antagónico y desleal que hemos ido construyendo con los años.
Yendo al caso de España, yo tengo totalmente claro que las personas que habitamos la península NO SOMOS DIFERENTES. Todos venimos de una rica argamasa que ha sido fermentada a lo largo de siglos de historia y ha constituido un todo, eso sí, muy rico en expresiones culturales. Pero señores no utilicemos esa riqueza cultural para imaginarnos diferencias que no existen, no usemos las sevillanas, las sardanas y las jotas para tirarnos los trastos a la cabeza sino para alegarnos de ser un pueblo con una riqueza cultural que ya quisieran otros. No intentemos borrar de nuestra alma una parte de nosotros porque “según dicen algunos señores cortos de miras” esa parte nos viene impuesta, no es natural y propia nuestra. Para que quede claro, ¿qué sentido tiene que un catalán hable mal castellano a propósito y se vanaglorie de lo mal que lo habla? El catalán es la lengua nativa de los catalanes pero también lo es el castellano porque como son personas inteligentes pueden ser perfectamente bilingües y hasta plurilingües. La inmensa mayoría de los catalanes, de los vascos y de los gallegos y hasta de los andaluces hablan PERFECTAMENTE el castellano. ¿No es ser un poco borrico hacer el intento de BORRAR de su mente ese castellano que hablan tan bien?
Y eso de que un catalán no piensa como un andaluz, ¿tiene algún sentido? ¿Por qué no se lo preguntamos a catalanes hasta la médula que tienen apellidos como Huerta, Serna, Ruíz,  o Toledo? Volvemos enseguida a la patochada de los ocho apellidos vascos o catalanes. Y aquí como emblema de una palurdez desafiante se encuentran los términos charnego o maqueto, usados por aquellos que ven la riqueza de las señas de identidad como una afrenta.
¿Existe el derecho de autodeterminación para un territorio y unas gentes que forman parte de la esencia misma del cuerpo del que se quieren separar? ¿Han sido Cataluña, Galicia o el País Vasco conquistados y sometidos y humillados por España? ¿O son Cataluña, el País Vasco, Galicia, Castilla, León, etc… el germen del nacimiento de España? Quizá si lo aplicamos a la Unión Europea, se entienda mejor. El formar parte de la Unión Europea, ¿responde a que la Unión Europea nos ha conquistado y nos ha dominado? o por el contrario, ¿la unión de los países, como las piezas de un puzzle ha creado un ente político mayor que tiene más fuerza y más capacidad? Es cierto, que Gran Bretaña ha decidido, no sin dolor, salir de la Unión, pero ¿formó Gran Bretaña parte alguna vez de la unión política de Europa?
He traído este tema a colación, precisamente ahora, porque la epidemia que asola el mundo y la reacción de los españoles apoya contundentemente mi punto de vista. Todos nos hemos alineado con la terrible realidad que nos asola, todos hemos dado una respuesta conjunta, y no me refiero a los políticos, sino a las gentes de España. Todos los profesionales que con su esfuerzo diario luchan contra la enfermedad constituyen un todo uniforme y el resto de personas, excepto algún insolidario, hemos hecho lo que nos correspondía hacer en un momento tan duro como este. Así que no tengo que gastar más palabras para demostrar que cuando bajamos de las nubes independentistas a la realidad de la tierra que pisamos, las gentes de todo el PAIS responden con los dos valores que para mí son clave: RESPETO MUTUO Y SOLIDARIDAD.
¡Qué gracia hace ver ahora a los independentistas como Torra haciéndose la picha un lio con el ejército en sus calles! Un día dicen que no les gusta y el siguiente que el ejercito lo pagamos todos los catalanes. Y los Urkullu y los Rufianes diciendo cosas que nadie escucha, las mascarillas que llevamos también nos protegen de sus tonterías.
Los mismos valores de RESPETO MUTUO Y SOLIDARIDAD se han extendido por todo el planeta y han retratado muy clarito a los gilipollas cortos de miras que no ven más allá de donde llega su ego: Trump, BoJo, Bolsorano, Cobrador, y unos cuantos más…
Resumiendo, el COVID19 no tiene nada de bueno, pero si tuviera que forzosamente decir algo, sería el baño de realidad que ha destapado a todos los gilipollas y sus gilipolleces que enredan cada día este mundo en el que vivimos. Ahora, ya sabemos a qué atenernos.

5 comentarios:

carles p dijo...

Joan, debes de tener en cuenta que el hecho de sentirse igual o diferente o de pensar que Catalunya se las arreglaria mejor o peor siendo independiente de España no son enunciados verificables sino creencias. Y como tales, dignas todas de respeto mientras no atenten contra los derechos fundamentales de las personas. Cada uno puede pensar que su patria es tan grande como le parezca. Mientras la gente piensa que su patria llega hasta aquí o hasta alla hay alguien - en cualquier punto del globo- que sigue dominando el mundo allende de patrias, países, estados o federaciones. Repito una vez mas la frase de Niels Bohr: "lo contrario de un enunciado cierto es un enunciado falso; lo contrario de una verdad profunda puede ser otra verdad profunda". Todavía estamos demasiado ligados al concepto de la verdad independiente, única y verificable...
Un abrazo
Carles

Lluís P. dijo...

Joan,

Creo que es inexacto afirmar que “Lo seres humanos que habitamos este planeta nos encontramos segregados en función de una serie de rasgos culturales que definen nuestra manera de ver la vida. Y esa segregación cultural se ha traducido en fronteras políticas que constituyen los estados.” Si aceptamos que el lenguaje es el primero de los rasgos que definen una cultura, hay estados que aglutinan un montón de culturas distintas; sólo en la India coexisten 216 lenguas, de las cuales 22 se consideran oficiales. Y qué decir de las religiones que también conviven en el subcontinente asiático.
Cuando te preguntas “¿por qué hay personas que anteponen su sentimiento identitario de pertenencia a un grupo reducido como única forma de entender la realidad? La respuesta es el miedo”, deduzco que, a tu modo ver, si no discrepas de la opinión de tu tribu, si sigues la corriente de “tu” minoría identitaria, pues lo haces por miedo a ser excluido del grupo. Bueno, quizás lo difícil es no ser encasillado en una corriente de opinión cuando uno se pronuncia sobre cualquier tema. Si estás a favor de la sanidad pública, quizás te critique la derecha; si estás a favor de la privatización de ésta, pues serás señalado por la izquierda. Cualquier opinión puede asignarse a una manera de ver las cosas, y seguramente el que opina no se siente ni de derechas ni de izquierdas. La realidad es, pues, poliédrica, y el miedo, anecdótico, que a nadie le tiembla el pulso para difamar; calumnia, que algo queda, dice el refrán.
Y ¿qué ocurre cuando discrepamos? Tengo que confesarte que he palidecido al leer el párrafo siguiente: “Antes de cambiar mi estado mental, intentaré por todos los medios que tú aceptes el mío. Y cuando digo “por todos los medios” me refiero principalmente a hostias, es decir, mediante la dominación física, ya que por la confrontación de ideas es prácticamente imposible que el ser humano acepte una derrota dialéctica”. ¿Estás renunciando al diálogo, a un entente win-win como solución a un conflicto? Isaac Asimov dijo que la violencia es el último recurso del incompetente. Creo que deberías aclarar esta afirmación tuya sobre las “hostias”, la encuentro inquietante.
Sigo en el siguiente comentario.


Lluís

Lluís P. dijo...

Joan,

Tu frase “las personas que habitamos la península NO SOMOS DIFERENTES” me ha sorprendido, yo me decanto por afirmar que no hay dos iguales. Lo que sigue en tu texto es un ejemplo de lo que no reconozco como persona mínimamente culta, en esto estamos de acuerdo. El que renuncia a aprender otro idioma, más aún si pretende borrar el que ya conoce, o el que critica cualquier manifestación cultural (baile, etc...) por ser distinta a la suya es alguien muy zafio intelectualmente hablando, que levanta més compasión que rechazo.
Cuando haces referencia a declaraciones pronunciadas por Torra, Urkullu, Rufián, Trump, BoJo, Bolsonaro, entre otros, los calificas de “gilipollas cortos de miras que no ven más allá de donde llega su ego”. ¿No crees que es más elegante refutar la opinión de otro, por despreciable que lo consideres, con argumentos sólidos en lugar de recurrir al insulto? Con el insulto, lo único que consigues es ponerte a su nivel. Me ha decepcionado tanto exabrupto a doquier, echa a perder cualquier argumento que quieras vender. Y lo que es más grave: con el insulto vulneras tus principios de Respeto Mútuo y Solidaridad que predicas.
Este texto tuyo creo que confunde términos. La Generalitat de Catalunya ha acatado las decisiones del Ministerio de Sanidad a pesar de discrepar de éstas, y no ha sido la única comunidad autónoma que ha criticado alguna decisión de Madrid. Cuando dices que “los independentistas se hacen un lío con el ejército en la calle” deberías informarte mejor porque resulta que pretendían levantar un hospital de campaña que no reunía los requisitos sanitarios mínimos, y por este motivo se tuvo que parar. ¿Por qué mezclas la política con la respuesta sanitaria del país? Éste es el gran error de lo que tú llamas España: sólo se insulta y se recurre a las hostias, ni se dialoga ni se respeta al rival ideológico para nada. Y aquí incluyo a tirios y a troyanos, me da igual si son indepes o españolistas, los políticos nos han metido en una senda peligrosísima de confrontación para recoger unos votos que se les pueden volver en su contra.
El gran reto es la convivencia. Religión, ideología política, nacionalidad... todo tiene cabida en una democracia real, todos tienen sus derechos a manifestarse y a respetar al resto, con diálogo y respetando las leyes. Jamás haciendo uso de la violencia, jamás.
He quedado agotado con la respuesta esta entrada. También triste, porque no encaja para nada lo que he leído con lo que creo conocer de tu caràcter, no te reconozco.
¡Me merezco unas vacaciones de tu blog!

Lluís

Juan Francisco Caturla Javaloyes dijo...

Está claro que todavía me falta mucho para aprender a escribir bien porque el siguiente párrafo ha sido interpretado por ti de forma contraria a la intención que tenía, claramente porque he elegido mal las palabras:
“Si yo comparto con un grupo de personas una forma de ver la vida y me siento protegido dentro del modelo que nos hemos construido, ¿cómo pretendes que abandone esa seguridad para intentar entenderte? Antes de cambiar mi estado mental, intentaré por todos los medios que tú aceptes el mío. Y cuando digo “por todos los medios” me refiero principalmente a hostias, es decir, mediante la dominación física, ya que por la confrontación de ideas es prácticamente imposible que el ser humano acepte una derrota dialéctica.”
Cuando digo “yo” y uso el presente, no me refiero a mí, sino a aquellos que en su corta visión que no llega más allá de los límites del grupo al que pertenecen, se sienten más seguros defendiendo su visión de la realidad a hostias si hace falta. Tenía que haber entrecomillado este párrafo porque lo que pretendía era dar voz a esa visión autárquica y proteccionista que es justamente la que aborrezco, y no me gusta nada encontrármela en las personas.
Que el diálogo es la forma de interacción más elevada e incluso más bonita entre los seres humanos, ¡totalmente de acuerdo! Sin embargo, aquí soy un poco pesimista y dándole voz de nuevo a los que no les gusta hablar te diría, y ahora sí que entrecomillo “cualquier triunfo momentáneo obtenido por una discusión no es más que una victoria pírrica: el resentimiento y la animadversión que se crean son más fuertes y duraderos que cualquier cambio momentáneo de parecer. Tiene mucho más poder hacer que los demás cambien de opinión a través de las acciones, sin decir una palabra. Hay que demostrar, no explicar” Y recalco, lo que acabo de entrecomillar no me gusta pero por desgracia sí creo que sucede.
Por otro lado, me parece oportuno explicar el mensaje y la intención de mi entrada porque veo que se ha perdido totalmente. Lo que quiero expresar es básicamente que las personas somos todas iguales, y una pandemia como el COVID-19 lo demuestra, y que nos diferenciamos en las expresiones culturales externas. Por tanto, aunque hablemos lenguas diferentes, tengamos tradiciones diferentes y existan las fronteras entre los países, eso no es más que folklore. Para mi utilizar esas manifestaciones culturales como argumento para decir que somos diferentes es un error. Y por eso hablo de que esta pandemia que estamos viviendo, que es una cuestión sanitaria debería tener implicaciones políticas para darnos cuenta de que no debemos ahondar tanto en las diferencias, que para mí son superficiales, y buscar más la unión y la solidaridad entre todos por mucho que hablemos lenguas distintas, y vivamos en territorios muy alejados. Cuando digo que “las personas NO SOMOS DIFERENTES” me refiero a que los españoles, los chinos, los franceses, los americanos,… sentimos las mismas emociones básicas, nos movemos por los mismos sentimientos, amamos y odiamos igual y que por tanto, de esta crisis del COVID-19 no debe salir una nación vencedora sino toda la humanidad. Se acabaron los imperios regionales, no es la época de los egipcios, ni de los griegos, ni de los romanos, ni de las superpotencias que dominan el mundo. Es la época de la civilización global que habita todo el planeta. Si le va mal a China, nos va mal a todos, si le va mal a Estados Unidos, nos va mal a todos, si le va mal a Europa, nos va mal a todos y si surge una nueva enfermedad en una aldea de Kenia, nos va mal a todos.

Juan Francisco Caturla Javaloyes dijo...

Ahora, también me parece oportuno aclarar mi opinión sobre el independentismo catalán. Está claro que no soy independentista, que me siento español pero no en sentido excluyente sino todo lo contrario, incluyente. Para mi sentirme español es sentirme catalán, que corresponde con la época de mi vida más plena y feliz, en la que he formado una familia con 2 hijas, en la que me he desarrollado profesionalmente, en la que me he podido comprar una casa y sentirme ciudadano de Rubí. Así que, lo que busco es la agrupación, no la segregación. Cuando estuve unos días en Lisboa pude percibir opiniones que me indicaban que a los portugueses no les importaría unirse con España y formar un nuevo estado con un nombre tan bonito como “Iberia” o como dijo el alcalde Oporto “Iberolux”. No sé a lo mejor fue que me encontré con unos portugueses que pensaban así.
Y sigo con la ampliación. Ha sido vergonzosa la respuesta que ha dado Europa ante esta crisis sanitaria, nada de unidad, los países compitiendo entre ellos por conseguir mascarillas. Pues eso es lo que no me gusta. Por tanto, me siento valenciano, catalán, español, íbero y europeo. Pero he de aclarar que este sentimiento de pertenencia globalizante, no van en contra los rasgos culturales de los pueblos que por supuesto se han de potenciar como enriquecedores.
Bueno, no sé si he aclarado mi entrada o he liado más a mis sufridos lectores Lluís y Carles. Lo que sí, he aprendido es que cuando se habla de política hay que medir muy bien las palabras porque enseguida se levantan las pasiones.