La
vida en el planeta es una lucha continua de adaptación al entorno para poder
aprovechar al máximo los recursos que nos brinda la Naturaleza. Lo seres
humanos que habitamos este planeta nos encontramos segregados en función de una
serie de rasgos culturales que definen nuestra manera de ver la vida. Y esa
segregación cultural se ha traducido en fronteras políticas que constituyen los
estados.
Sin
embargo, nuestros problemas son los mismos en todo el globo y nuestras armas para
resolverlos también. Así que, podríamos considerar que los nacionalismos
excluyentes, antagónicos y contrapuestos no ayudan a nuestra vida en la Tierra.
Si
nos esforzamos en ahondar en nuestras diferencias, lo único que estamos
haciendo es debilitar nuestra fuerza como especie que vive y habita un
determinado espacio físico. Entonces,
¿por qué hay personas que anteponen su sentimiento identitario de pertenencia a
un grupo reducido como única forma de entender la realidad? La respuesta es el
miedo.
Si yo
comparto con un grupo de personas una forma de ver la vida y me siento
protegido dentro del modelo que nos hemos construido, ¿cómo pretendes que
abandone esa seguridad para intentar entenderte? Antes de cambiar mi estado
mental, intentaré por todos los medios que tú aceptes el mío. Y cuando digo “por
todos los medios” me refiero principalmente a hostias, es decir, mediante la
dominación física, ya que por la confrontación de ideas es prácticamente
imposible que el ser humano acepte una derrota dialéctica.
Pero
voy al mensaje que quiero transmitir. Cuando aparece una amenaza real, seria,
que no entiende de fronteras dibujadas en mapas, entonces se obra el milagro y
todas esas diferencias que hemos estado ahondando durante años son alisadas en
pocos días y nos damos cuenta de que la lengua, las tradiciones, la religión,
las manifestaciones culturales son solo una costra superficial que es arrancada
rápidamente para dejarnos completamente desnudos e “iguales”. Es decir, una
amenaza seria nos devuelve de golpe al plano de la realidad, de lo realmente
importante y borra de un plumazo todo el folklore antagónico y desleal que
hemos ido construyendo con los años.
Yendo
al caso de España, yo tengo totalmente claro que las personas que habitamos la península
NO SOMOS DIFERENTES. Todos venimos de una rica argamasa que ha sido fermentada
a lo largo de siglos de historia y ha constituido un todo, eso sí, muy rico en
expresiones culturales. Pero señores no utilicemos esa riqueza cultural para
imaginarnos diferencias que no existen, no usemos las sevillanas, las sardanas
y las jotas para tirarnos los trastos a la cabeza sino para alegarnos de ser un
pueblo con una riqueza cultural que ya quisieran otros. No intentemos borrar de
nuestra alma una parte de nosotros porque “según dicen algunos señores cortos
de miras” esa parte nos viene impuesta, no es natural y propia nuestra. Para
que quede claro, ¿qué sentido tiene que un catalán hable mal castellano a
propósito y se vanaglorie de lo mal que lo habla? El catalán es la lengua
nativa de los catalanes pero también lo es el castellano porque como son personas
inteligentes pueden ser perfectamente bilingües y hasta plurilingües. La
inmensa mayoría de los catalanes, de los vascos y de los gallegos y hasta de
los andaluces hablan PERFECTAMENTE el castellano. ¿No es ser un poco borrico
hacer el intento de BORRAR de su mente ese castellano que hablan tan bien?
Y eso
de que un catalán no piensa como un andaluz, ¿tiene algún sentido? ¿Por qué no
se lo preguntamos a catalanes hasta la médula que tienen apellidos como Huerta,
Serna, Ruíz, o Toledo? Volvemos
enseguida a la patochada de los ocho apellidos vascos o catalanes. Y aquí como
emblema de una palurdez desafiante se encuentran los términos charnego o
maqueto, usados por aquellos que ven la riqueza de las señas de identidad como
una afrenta.
¿Existe
el derecho de autodeterminación para un territorio y unas gentes que forman
parte de la esencia misma del cuerpo del que se quieren separar? ¿Han sido
Cataluña, Galicia o el País Vasco conquistados y sometidos y humillados por
España? ¿O son Cataluña, el País Vasco, Galicia, Castilla, León, etc… el germen
del nacimiento de España? Quizá si lo aplicamos a la Unión Europea, se entienda
mejor. El formar parte de la Unión Europea, ¿responde a que la Unión Europea
nos ha conquistado y nos ha dominado? o por el contrario, ¿la unión de los países,
como las piezas de un puzzle ha creado un ente político mayor que tiene más
fuerza y más capacidad? Es cierto, que Gran Bretaña ha decidido, no sin dolor,
salir de la Unión, pero ¿formó Gran Bretaña parte alguna vez de la unión
política de Europa?
He traído
este tema a colación, precisamente ahora, porque la epidemia que asola el mundo
y la reacción de los españoles apoya contundentemente mi punto de vista. Todos
nos hemos alineado con la terrible realidad que nos asola, todos hemos dado una
respuesta conjunta, y no me refiero a los políticos, sino a las gentes de
España. Todos los profesionales que con su esfuerzo diario luchan contra la
enfermedad constituyen un todo uniforme y el resto de personas, excepto algún
insolidario, hemos hecho lo que nos correspondía hacer en un momento tan duro
como este. Así que no tengo que gastar más palabras para demostrar que cuando
bajamos de las nubes independentistas a la realidad de la tierra que pisamos,
las gentes de todo el PAIS responden con los dos valores que para mí son clave:
RESPETO MUTUO Y SOLIDARIDAD.
¡Qué
gracia hace ver ahora a los independentistas como Torra haciéndose la picha un
lio con el ejército en sus calles! Un día dicen que no les gusta y el siguiente
que el ejercito lo pagamos todos los catalanes. Y los Urkullu y los Rufianes
diciendo cosas que nadie escucha, las mascarillas que llevamos también nos
protegen de sus tonterías.
Los
mismos valores de RESPETO MUTUO Y SOLIDARIDAD se han extendido por todo el
planeta y han retratado muy clarito a los gilipollas cortos de miras que no ven
más allá de donde llega su ego: Trump, BoJo, Bolsorano, Cobrador, y unos
cuantos más…
Resumiendo,
el COVID19 no tiene nada de bueno, pero si tuviera que forzosamente decir algo,
sería el baño de realidad que ha destapado a todos los gilipollas y sus
gilipolleces que enredan cada día este mundo en el que vivimos. Ahora, ya
sabemos a qué atenernos.