sábado, 14 de septiembre de 2019

No quiero llanear



Hace ya 10 años que escribí una entrada en este mismo blog titulada “Punto deInflexión” en la que intuía que estaba llegando poco a poco a un punto de mi vida en el que la trayectoria ascendente habitual se torcería para empezar a vivir de renta, de los ahorros vitales invertidos, quiero decir que mis ansias aspiracionales quedarían mermadas y mantenidas bajo mínimos para ir tirando, para disfrutar de la madurez sin mayores sobresaltos.
Tal como pronosticaba en esa entrada, unos cuantos años más tarde mi trayectoria vital empezó a empantanarse, a remansarse entre interminables meandros mientras cruzaba las llanuras del altiplano de mi madurez. No estuve exento de retos, la enfermedad me hizo cabalgar sobre potros indomados y la primera infancia de mis hijas fue el acicate para seguir en la brecha, en la lucha por mantener lo ya conseguido.
Ahora, a punto de cumplir la cincuentena, doy un puñetazo en la mesa y rompo con el plan establecido. ¡No quiero llanear! Me he dado cuenta de que no sé llanear, me produce incomodidad y hastío y además no quiero hacerlo, aunque para salir de ese remanso tenga que arriesgar los logros vitales conseguidos hasta ahora.
Quiero seguir aprendiendo porque dejar de aprender es dejar de adaptarse al medio y por tanto, entrar en decadencia. La vida, para ser vivida en plenitud, requiere un proceso continuo de adaptación a través del aprendizaje, no podemos permanecer estáticos en lo alto de una atalaya protegiendo el fuerte durante el resto de nuestra vida, ¡hay que pasar a la acción, al ataque! Con esto quiero decir que debemos seguir abonando nuestra trayectoria vital con nuevos conocimientos, con nuevos retos, con nuevas motivaciones y nuevas metas.
Yo quiero morir de camino a la meta porque siempre hay otra meta un poco más allá. Yo quiero morir joven, quiero decir con actitud joven, con ganas de aprender, sin estar de vuelta de todo. Qué la Parca me pille estudiando. Dejar de hacerlo sería aceptar la muerte en vida, transformarme en un muerto viviente. Como dice Dragó, cuando un varón deja de mirar a las chicas guapas por la calle, mal asunto, la Parca le ronda.
Así que, mi plan es invertir los ahorros vitales conseguidos hasta ahora en un nuevo negocio. Puede ser que salga escaldado, que la cosa no funcione pero vale la pena porque eso es vivir. No hacerlo sería entrar en hibernación, pasar por la vida con los ojos vendados y los oídos tapados. Hay que arriesgarse si se quieren alcanzar otras posiciones, en eso consiste la vida, en el camino hacia la posada, más que en la posada en sí misma. Si hago un puzle, me lo paso bien encajando las piezas y cuando está terminado se acabó la diversión. ¿Y entonces qué? ¿me quedo protegiendo el puzle para que no se desmonte o hago otro puzle? La respuesta está clara si queremos divertirnos.
Entonces, volviendo a mi entrada de hace 10 años, huyamos de los puntos de inflexión y subamos a caballo de una asíntota vertical que nos lleve hasta el infinito y más allá.

2 comentarios:

Lluís P. dijo...

Joan,

espero que nos cuentes las particularidades de tu nuevo reto vital en tu apasionante blog.
Tu propósito lo encuentro muy loable, te deseo el mayor de los éxitos.
En catalán decimos "qui no arrisca, no pisca". ¡Seguro que "piscarás" algo relevante!
¡Mucha suerte!

Lluís

Juan Francisco Caturla Javaloyes dijo...

Gracias Lluís, efectivamente me refiero más a un cambio interior mio. Cuando hablo de mis ahorros "vitales" me refiero a mis experiencias y a mi crecimiento personal a lo largo de la vida que me permiten mirar más allá para propiciar un cambio. Esto todavía no se ha concretado en acciones concretas pero ya se sabe que las transformaciones interiores las carga el diablo y pueden acabar en cambios reales y concretos. Ya veremos que nos depara el futuro.
Gracias por tu fiel seguimiento que permite que este blog sea un diálogo y no un monólogo.