domingo, 22 de septiembre de 2019

Espacio



Hoy quiero hablar de conceptos abstractos que nunca he entendido bien. Sé que la capacidad de abstracción ha ido incrementándose a medida que evoluciona el pensamiento humano, y es curioso comprobar como a medida que pasa el tiempo vamos recurriendo a conceptos cada vez más abstractos y difíciles de entender para explicar nuestro entorno.
Meterse ahora en el campo de la física consiste en enfrentarse a un modelo que parece cosa de meigas, que el entendimiento intuitivo humano hace ya mucho tiempo que dejó de entender, casi podríamos decir desde que Einstein enunció su Teoría de la Relatividad.
Se trata de un modelo que es como una entelequia apuntalada por cientos de ecuaciones y vericuetos matemáticos que se escapan a nuestra capacidad de abstracción. Por concretar, ¿qué es un hipercubo? ¿4 dimensiones espaciales? Yo lo entiendo como una especie de cubo de cubos pero si soy sincero conmigo mismo, he de reconocer que no lo entiendo en profundidad.
Pongamos otro ejemplo que demuestra el largo camino que hemos de recorrer para entender las instancias más transcendentales que nos atañen directamente. Recuerdo que una vez me sucedió una anécdota personal con un grupo de niños pequeños. El caso fue que en el cole tenían una tortuga viva como mascota de la clase y la pobre murió. Todos los niños hicieron un corro alrededor del cadáver del animal y los adultos les intentamos explicar que la tortuga se había muerto, a lo que algunos niños respondieron, ¿pero cómo que se ha muerto si está ahí? Decíamos los mayores, sí pero está muerta y los niños volvían a decir ¡pero si está ahí! Es decir, el concepto de la muerte no formaba parte de lo que a su corta edad podían entender, sólo entendían “está o no está” pero nada más allá.
Esto me lleva a pensar en otros dos conceptos abstractos en los que siempre he tenido que creer a modo de dogma religioso por no alcanzarme el entendimiento. Se trata de la nada y el infinito. Bueno, ni yo, ni los romanos lo hemos entendido nunca y así se reflejaba en su numeración que no atribuye signos al cero ni al infinito.
Porque si te paras a pensar cómo puedes definir la nada si no es con la negación del algo. ¿Qué es la nada? La no existencia, es la antítesis de la existencia pero ¿de qué sustancia está hecha la nada? ¿de vacío? ¿de espacio vacío? Pero el espacio es algo. Por tanto, ¿qué es la nada?
Algo similar, pero al revés, me ocurre con el concepto de infinito. Si algo es infinito, ¿donde están los límites que lo diferencian de las demás cosas? ¿cómo puedo definirlo si ni puedo circunscribirlo, delimitarlo, acotarlo en las dimensiones físicas?
Vamos, en cuanto me acerco a los límites de la existencia, tanto por abajo como por arriba, me quedo en cueros intelectuales. No sé dónde empieza y dónde acaba el SER.
Con esta debilidad mental que me caracteriza, me pongo ahora a intentar entender el tablero de juego, el marco espacial en el que se desarrolla el Universo físico. Comentan los astrónomos que el Universo está en expansión desde el Big Bang, es decir que el espacio físico va extendiéndose a partir de una singularidad, de un punto que estalló hace millones de años. ¿De verdad alguien entiende algo de este modelo? Porque yo, desde luego no.
Si el espacio tridimensional va extendiéndose continuamente, ¿qué ocupa? ¿el vacío, la nada? ¿Cómo puedo entender que el espacio se extiende para “ocupar” regiones que no son espacio?, ¿qué no se “ocupa” sino que se “crea” el espacio? ¿Dónde se encontraba el punto inicial del Big Bang?, ¿qué hay más allá de los confines del Universo?, ¿la nada? Ya estamos, ¡no entiendo nada!, nunca mejor dicho.
La única manera en la que vislumbro lejanamente una cierta comprensión del tema es recurriendo a mi metafísica de cabecera. Y me intentaré explicar. Yo  creo que todas las cosas físicas están imbuidas de la esencia del SER, precisamente porque son. Es decir, la esencia está por encima del entorno físico, y esta esencia es la que sustancia la realidad física de las cosas. Asumiendo este principio, que reconozco que no deja de ser mitológico, puedo explicar la expansión del Universo como el proceso de sustanciación de la materia, de conversión constante de esencia en materia. Así, a la pregunta de qué hay más allá de los confines del Universo, puedo contestar que sólo hay esencia inmaterial, potencialidad de ser, una especie de espiritualidad que puede convertirse en realidad física, y que de hecho lo hace, a medida que se expande el Universo.
Siento si he producido algún daño mental al lector, pero este es el único madero carcomido al que me he podido aferrar para siquiera vislumbrar una somera explicación de la realidad física que me rodea.

1 comentario:

carles p dijo...

Hola Joan,

Creo que tu problema de comprensión se relaciona con una barrera que tú mismo te impones sin darte demasiada cuenta. Concibes el espacio como un elemento o "marco" definido, externo a nuestra comprensión e indiferente a nuestras percepciones. Aunque nuestra percepción habitual cree tener muy claro qué es el espacio basta llevar esta percepción a -como tú apuntas- sus límites superior e inferior. Por debajo de cierta medida (la longitud de Planck) no existe el espacio tal como lo percibimos. Por encima de cierta medida el espacio se curva tanto que se cierra sobre sí mismo .... La única manera que se me ocurre de ilustrar este último hecho -como ya sabes- es descender un orden dimensional y observar el mundo bidimensional-como los personajes de Flatland- desde nuestra perspectiva habitual. La proyección tridimensional del hipercubo se nos aparece así como un extraño cuerpo que no tiene "adentro" y "afuera". En youTube encontrarás cientos de videos ilustrando el tema (https://youtu.be/AzL091mZQ-E por ej).
Respecto al 0 y al infinito ... ¡Cuántas paradojas se pueden derivar de su uso "matemáticamente ortodoxo"! Los romanos sabían lo que se hacían, créeme!
Un hiperabrazo
Carles