sábado, 27 de julio de 2019

Ciudad basura



Intrigado por descubrir cómo se integra una minoría cristiana en un país musulmán, como si fuera un espejo de la realidad de occidente, donde sucede justo al revés, he ido a parar a la comunidad copta de El Cairo.
Allí, he encontrado Zabbaleen, una comunidad asentada sobre un microcosmos apocalíptico, infección en estado puro, que boquea como un pez fuera del agua, tratando de sobreponerse al destino que Dios les ha dado.
¿Os imagináis cómo sería vivir en un vertedero? Nacer, ir al colegio, trabajar, comer, dormir, casarse, enfermar y morir en un vertedero de basura.

Acuciado por el imperativo de dar a conocer una realidad humana como la de Zabbaleen, me encomiendo ahora a la ardua tarea de describir lo que allí sucede. No es fácil, las palabras palidecen a la hora de intentar describir una realidad como la de Zabbaleen que se antoja inefable. Todo y con eso, lo intentaré.
Zabbaleen es el sumidero de El Cairo. Una gigantesca trituradora capaz de procesar diariamente miles de toneladas de basura de todo tipo. Es como el gran vientre de la ciudad que digiere pesadamente y con mucho esfuerzo la materia excretada por la metrópoli. Allí, se mezclan en una sopa inmunda todo tipo de desechos, de inmundicia, de materiales artificiales, todo bien adobado con la sangre, el sudor y las lágrimas de sus habitantes que habitan y configuran la obra cumbre de la escatología humana. El olor acre nunca abandona las calles que se desdibujan entre montones de basura. Las casas de diluyen dentro de un gran caldero cuyo caldo de cultivo se cuece lentamente bajo el implacable sol del desierto creando una especie de flora callejero-intestinal que lo recubre todo con una pátina corrosiva, que nunca para de alimentarse, de crecer y colonizar cada milímetro de aquel lugar.

Un gato transita sigilosamente entre los estrechos senderos del vertedero, intentando no llamar la atención de las enormes ratas, que en este lugar están en lo alto de la cadena trófica. Cucarachas, moscas y carroñeros de toda índole, entre los que podemos incluir a los perros callejeros, se dan el gran festín en un lugar no apto para vertebrados superiores. Solo las piaras de cerdos domésticos correteando por las calles llevan a cabo una cierta labor sanitaria, comiéndose todos los restos orgánicos en descomposición.
La falta de alcantarillado, de luz o agua corriente es casi imperceptible. Todo se mezcla con la basura que se mueve y circula por la ciudad en una especie de movimiento peristáltico que curiosamente termina en una obra de reciclaje, de gestión mínimamente organizada de la gran mierda humana, que es la peor y más dañina de todas las mierdas. Ni la policía se atreve a entrar y la presión del entorno es tan enorme, que el instinto de supervivencia mitiga todas las gilipolleces permitiendo que musulmanes y cristianos convivan en paz y armonía.

Pero igual que nadie quiere entrar, nadie puede salir. Aquellas personas viven atrapadas en la única forma de vida que conocen, capaz de permitirles llegar al día siguiente. Los niños ya recogen basura antes de los 10 años y su futuro se reducirá a sobrevivir aunque algunos sueñen con ser médico.

Y lo que riza el rizo es que esta gente denostada y marginada es capaz de reciclar un 80% de la basura de El Cairo, hacen más por la salud del planeta que muchos de los gobiernos occidentales. ¡Tendrían que darles el Premio Nobel de la Ecología!
¡Qué grande puede llegar a ser la fe del ser humano! Solo así, se puede entender el funcionamiento y la misma existencia de un lugar como Zabbaleen en el planeta Tierra. En este caso, la fe cristiana que como dicen los Zabbaleen es capaz de mover montañas. Montañas como la que alberga el templo copto de San Simón, pilar central sobre el que se apoya toda la comunidad, que funciona como auténtica piedra de clave que sustenta la bóveda de la ciudad, atravesada tímidamente por los rayos del sol del país de los faraones.

Tened el enlace de youtube a mano, las fotos y todo el material gráfico que es el que mejor describe un lugar como este. Veréis que os funciona como un remedio infalible contra la tontuna aburguesada. La simple contemplación de unos minutos de video nos vuelve a colocar el fiel de la balanza perfectamente alineado con lo que es importante en la vida. Si no sabes que móvil comprar, o tienes dificultades para elegir tu destino vacacional, echa un vistazo a Zabbaleen y tus dudas se esfumaran como disueltas en fosfatina.
Me he quedado sin palabras, lo mejor es dejar paso a la imagen. Y por favor, no olvidemos la lección aprendida, puede ser que hagamos un poco mejor nuestro “privilegiado” y frívolo mundo.


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