Intrigado por descubrir cómo se
integra una minoría cristiana en un país musulmán, como si fuera un espejo de
la realidad de occidente, donde sucede justo al revés, he ido a parar a la
comunidad copta de El Cairo.
Allí, he encontrado Zabbaleen, una
comunidad asentada sobre un microcosmos apocalíptico, infección en estado puro,
que boquea como un pez fuera del agua, tratando de sobreponerse al destino que
Dios les ha dado.
¿Os imagináis cómo sería vivir
en un vertedero? Nacer, ir al colegio, trabajar, comer, dormir, casarse,
enfermar y morir en un vertedero de basura.
Acuciado por el imperativo de
dar a conocer una realidad humana como la de Zabbaleen, me encomiendo ahora a
la ardua tarea de describir lo que allí sucede. No es fácil, las palabras
palidecen a la hora de intentar describir una realidad como la de Zabbaleen que
se antoja inefable. Todo y con eso, lo intentaré.
Zabbaleen es el sumidero de El
Cairo. Una gigantesca trituradora capaz de procesar diariamente miles de
toneladas de basura de todo tipo. Es como el gran vientre de la ciudad que
digiere pesadamente y con mucho esfuerzo la materia excretada por la metrópoli.
Allí, se mezclan en una sopa inmunda todo tipo de desechos, de inmundicia, de
materiales artificiales, todo bien adobado con la sangre, el sudor y las
lágrimas de sus habitantes que habitan y configuran la obra cumbre de la
escatología humana. El olor acre nunca abandona las calles que se desdibujan
entre montones de basura. Las casas de diluyen dentro de un gran caldero cuyo caldo
de cultivo se cuece lentamente bajo el implacable sol del desierto creando una
especie de flora callejero-intestinal que lo recubre todo con una pátina
corrosiva, que nunca para de alimentarse, de crecer y colonizar cada milímetro
de aquel lugar.
Un gato transita sigilosamente
entre los estrechos senderos del vertedero, intentando no llamar la atención de
las enormes ratas, que en este lugar están en lo alto de la cadena trófica.
Cucarachas, moscas y carroñeros de toda índole, entre los que podemos incluir a
los perros callejeros, se dan el gran festín en un lugar no apto para
vertebrados superiores. Solo las piaras de cerdos domésticos correteando por
las calles llevan a cabo una cierta labor sanitaria, comiéndose todos los
restos orgánicos en descomposición.
La falta de alcantarillado, de
luz o agua corriente es casi imperceptible. Todo se mezcla con la basura que se
mueve y circula por la ciudad en una especie de movimiento peristáltico que curiosamente
termina en una obra de reciclaje, de gestión mínimamente organizada de la gran
mierda humana, que es la peor y más dañina de todas las mierdas. Ni la policía
se atreve a entrar y la presión del entorno es tan enorme, que el instinto de
supervivencia mitiga todas las gilipolleces permitiendo que musulmanes y
cristianos convivan en paz y armonía.
Pero igual que nadie quiere
entrar, nadie puede salir. Aquellas personas viven atrapadas en la única forma
de vida que conocen, capaz de permitirles llegar al día siguiente. Los niños ya
recogen basura antes de los 10 años y su futuro se reducirá a sobrevivir aunque
algunos sueñen con ser médico.
Y lo que riza el rizo es que
esta gente denostada y marginada es capaz de reciclar un 80% de la basura de El
Cairo, hacen más por la salud del planeta que muchos de los gobiernos
occidentales. ¡Tendrían que darles el Premio Nobel de la Ecología!
¡Qué grande puede llegar a ser
la fe del ser humano! Solo así, se puede entender el funcionamiento y la misma
existencia de un lugar como Zabbaleen en el planeta Tierra. En este caso, la fe
cristiana que como dicen los Zabbaleen es capaz de mover montañas. Montañas
como la que alberga el templo copto de San Simón, pilar central sobre el que se
apoya toda la comunidad, que funciona como auténtica piedra de clave que
sustenta la bóveda de la ciudad, atravesada tímidamente por los rayos del sol
del país de los faraones.
Tened el enlace de youtube a
mano, las fotos y todo el material gráfico que es el que mejor describe un
lugar como este. Veréis que os funciona como un remedio infalible contra la
tontuna aburguesada. La simple contemplación de unos minutos de video nos
vuelve a colocar el fiel de la balanza perfectamente alineado con lo que es
importante en la vida. Si no sabes que móvil comprar, o tienes dificultades
para elegir tu destino vacacional, echa un vistazo a Zabbaleen y tus dudas se
esfumaran como disueltas en fosfatina.
Me he quedado sin palabras, lo
mejor es dejar paso a la imagen. Y por favor, no olvidemos la lección
aprendida, puede ser que hagamos un poco mejor nuestro “privilegiado” y frívolo
mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario