Desde la caída del antiguo régimen
y el advenimiento del liberalismo con la Revolución Francesa, este sistema de
organización social nos ha permitido alcanzar las mayores cotas de libertad
jamás soñadas por el ser humano.
El liberalismo es la tierra de
las oportunidades, la meritocrácia, tanto vales, tanto te esfuerzas, tanto
tienes. Es este liberalismo, el que permitió a un corso que hablaba mal francés
como Napoleón llegar a proclamarse emperador de la recién fundada República
francesa. Es el mismo liberalismo que despachó definitivamente la dialéctica
siervo-amo y puso en nuestras manos, quizá no en las de todos, las herramientas
para medrar, para progresar hasta que tu valentía, tu inteligencia y tu cuerpo
aguanten.
Si a este loable modo de vida
adicionamos el libre albedrio que nos proporciona la post-modernidad (vaya,
creo que como le pasa a mi amigo Carles, estoy cayendo en las redes de este
sugerente concepto) se reconstituye un coctel formidable, y me explico. Como he
dicho antes, el liberalismo nos permite progresar, ascender socialmente, romper
la esclavitud de los autoritarismos de cualquier índole pero para ello
necesitamos herramientas. Y cuando hablo de herramientas, me refiero al acceso
al conocimiento: ir a la escuela, tener acceso a TODO tipo de libros, huir de
lo políticamente correcto, blindar la libertad de expresión, entender que pasa
a nuestro alrededor, poder pensar por
nuestra cuenta. EL ACCESO AL CONOCIMIENTO ES EL PILAR CENTRAL DEL LIBERALISMO.
Yo afirmo aquí, que la única autoridad que reconozco es la sabiduría. Ni la
política, ni la mala política (tejemenejes subrepticios), ni la democracia, ni
el sufragio universal que actualmente está totalmente sodomizado por la
propaganda y la demagogia de la posverdad. Votamos con el corazón, con las
tripas, a nadie le interesa el pasado (la historia), ni el futuro (evaluación
razonada de las posibilidades de éxito o fracaso). Por eso las campañas
electorales son un puro teatro de la farsa, son basura vacía.
Seguimos avanzado en mi
razonamiento. ¿Os habéis dado cuenta de que actualmente todos tenemos en el
bolsillo una grandísima parte del saber humano de todos los tiempos? Se llama
teléfono móvil, se llama internet. Así, que podemos concluir que ahora tenemos
al alcance de la mano la herramienta total, la herramienta más vigorosa al
servicio de la libertad, la herramienta que puede actuar como fulminante sensacional
de nuestro potencial personal ya sin barreras que han sido demolidas por el
liberalismo.
Precisamente por eso, me da
mucha pena el uso muy de mínimos que hacemos de esa formidable herramienta que
es internet. Ese comportamiento adolescente que encuentro en personas teóricamente
maduras por su edad, de 30, 40, 50 años, y qué coño, en mí mismo, que en las
redes sociales se manejan como niños, con fotitos monas, sus likes
correspondientes, memes y memeces y demás pamemas en general. Volviendo a usar
el término post-modernidad, quizá ese comportamiento infantil es fácil de
entender si no tienes ningún objetivo en la vida, más que la propia autocomplaciencia
y el narcisismo egocéntrico.
¿Para qué aprender?¿para llegar
a dónde? Al ser el MERCADO quien impone la moral, no hay ideales más elevados
que hacerse millonario y el liberalismo se pervierte y pierde gran parte de su
bondad como concepto.
Señores por favor, no dejemos
de aprender nunca, AHORA ES MUY FÁCIL, si no quieres leer porque la era Gutenberg
ya pasó, ponte videos de Youtube que también enseñan de todo. Solo tienes que
tener la precaución de no caer en el engaño, en el sesgo, y pon especial
atención a separar el grano de la paja, porque hay que reconocer que paja en
internet hay mucha.
Sigamos construyendo nuestra
consciencia personal, por falta de medios no será.