martes, 23 de diciembre de 2014

Crónicas Invisibles (III). El abuelo Stiff


Siempre se había sentido orgulloso de su nieto, un rubito de carrillos sonrosados que apuntaba maneras desde pequeñito, cuando se acurrucaba entre sus piernas para escuchar las terribles historias de marineros sin escrúpulos que le contaba el abuelo. Sabía que podía esperar mucho de él, o al menos, así se lo indicaba una socarrona sonrisa que el infante esbozaba ante el terror y la desesperación que llegaban a sus tiernos oídos en forma de historias para no dormir.
Condescendiente, bizquea al otro lado de la ventana, en los instantes previos al sueño nocturno, en los que su vástago se afana en la siembra de imágenes terroríficas y desafortunados cruces del destino que un poco más tarde rendirán tremendas pesadillas al gusto del impúber. La linterna en el sobaco y ese morbo de lo vetado, que se hace con nocturnidad al abrigo de las sombras que proyecta la luna, produce si cabe mayor gozo y deleite, a sabiendas de que por la noche las tapas de las tumbas se encuentran más ligeras que bajo la luz del día.

Si querido, aprende de los ecos que la desesperación y la oscuridad producen al retumbar en el más allá. El sufrimiento ajeno es divertido y algún día te haré saber que los que como tú y como yo así disfrutamos, hemos de pagar el precio del eterno deambular, descarnados como si fuéramos pastores de las pesadillas del mundo.

1 comentario:

Lluís P. dijo...

Joan,

La cara sonriente del chico nos manda un mensaje clarísimo: mis pensamientos son todavía más terroríficos que el contenido “gore” de la revista. Sin embargo, ¿cómo encajará la visión repentina del monstruo que acecha detrás de la ventana? ¿Esconde el chaval algún recurso que neutralice la amenaza que está a punto de afrontar? Es una portada genial, la incertidumbre que rodea a este choque entre ambos seres me provoca más desasosiego que la horrorosa pinta del adefesio que aguarda fuera.
Siempre tan agudo, te deseo unas Felices Fiestas a ti y a tu familia.

Lluís