Haciendo una clasificación
simplista de las personas, podemos decir que siempre ha habido de dos tipos,
los lobos y los corderos. Es tan intuitivo que no necesito explicar los rasgos
diferenciales de estas dos clases de individuos, así que daré por
sobreentendido que todo el mundo sabe cómo se comportan los lobos y cómo se
comportan los corderos en la vida, en la familia y especialmente en un entorno
laboral.
Curiosamente, a pesar de que
las dos especies han coexistido a lo largo de la historia, y de hecho se
autodefinen mutuamente, es decir, la una existe por la otra y viceversa, hay
épocas de lobos y épocas de corderos que se alternan sin solución de
continuidad.
Por definición los lobos
siempre atemorizan y controlan a los corderos pero hay matices. En época de
lobos, los perfiles competitivos, egocéntricos, individualistas y aduladores
están de moda, son lo más, lo que se lleva. Los corderos no tienen más opción
que obedecer si no quieren ser devorados por los altivos lobos. En
contraposición, en época de corderos, la solidaridad, el trabajo en equipo, el
compañerismo, la ayuda desinteresada y dejar que los hechos hablen de cómo son
las personas es lo que se lleva, lo que está bien visto. Así que los lobos no
saben cómo pasar desapercibidos escondiéndose debajo de su disfraz de blanca
lana.
Lo sucesivos reinados se
encadenan necesariamente, como la noche y el día, o como el ying y el yang. Las
guerras suelen oler a lobo mientras que los periodos de paz constructiva huelen
a mullida lana.
¿Sabéis a qué me huele ahora el
ambiente? Sí, lo habéis adivinado. Huele a carnívoro que echa para atrás. La
negra pata empezó a asomar por el umbral de la puerta con el inicio de la
crisis, en el ya lejano 2008. Desde entonces, la jauría se ha ido arremolinando
a la puerta de casa poniendo a los corderos cada vez más nerviosos. Los piadosos
lobos que habitaban entre los corderos, se han
quitado ya el disfraz y han empezado
a anunciar que esta forma de ver la vida es la correcta, que ya lo
decían ellos. Y los corderos han empezado a desilusionarse, a sentir que no
entienden nada, que no todo es el trabajo abnegado que siempre es reconocido.
Los corderos sienten que su era ha pasado, que es momento de ponerse a cubierto
si no quieren ser despedazados por la jauría. Antes lo daban todo por la causa,
el 120% y el reconocimiento de sus jefes les valía como fuente de motivación.
Ahora, sus jefes les dicen que han de adaptarse a los nuevos tiempos, que no sólo
hay que valer sino figurar y los corderos consideran que un 100% de rendimiento
es lo justo para no levantar sospechas.
Si bien es verdad que los
corderos añoran aquellos tiempos ingenuos, en los que todos caminaban por la
misma senda si querían ser algo, la senda del esfuerzo. Los pobres corderos no
saben vivir de otra forma, les falta picardía por definición, no tienen
remedio.
Por suerte o por desgracia, a
los corderos sólo les queda despertar a bofetadas de su antiguo sueño y, si lo
desean, seguir soñando despiertos.
¿Tú qué eres, lobo o cordero?
5 comentarios:
Joan,
Aunque todos tenemos algo de lobo y de cordero, uno predomina sobre el otro. En la vida, lo verdaderamente difícil es saber cuándo hay que comportarse como lobo y cuándo como cordero. Si equivocas el papel que toca, habrás desperdiciado una oportunidad, y deberás apechugar con las consecuencias. Sin embargo, en estos casos, el fracaso tiene su parte positiva: habrás aprendido una lección y ello te permitirá evaluar mejor el siguiente desafío. Por lo tanto, por poner un ejemplo, si haciendo de lobo cuando hay que hacer de lobo te acompaña el éxito, y si el papel de cordero te da experiencia cuando tocaría hacer de lobo, pues quizás no debamos preocuparnos demasiado sobre el tema.
Nos vemos en tu siguiente entrada al blog y… sí, no es necesario que responda a tu pregunta final, me conoces demasiado bien.
Saludos,
Lluís
Hola estimado y fiel Lluís,
muchas gracias por aportar una nueva arista de esta reflexión sobre el comportamiento humano. Tienes razón en decirme que quizá es un poco simplista o maniqueista y las cosas nunca son blancas (corderos) o negras (lobos). Sin embargo, creo que el que es cordero, siempre lo es, no lo puede evitar, no sabe decir "no". Y lo mismo pasa con su depredador, que nunca puede dejar de serlo. Hay que tensar mucho el hilo para que un cordero enseñe los dientes.
Muchísimas gracias y espero que te lo hayas pasado muy bien con la mayor "V" del mundo
Hermano Cordero y Hermano Ardilla,
Ambos tenéis razón, pero habláis de cosas diferentes. Todos adoptamos los roles de lobo y de cordero, y todos debemos adoptar ambos roles (el de corderos con la gente de bien y el de lobos con los demás!). Pero también entiendo que en este momento de descentramiento social los que son más corderos tienden a huir de los cargos y de la representatividad, escondiéndose ante unos hechos que chocan con su natural bondad.
Pensad que además de lobos y corderos también hay cotorras, chimpancés, tortugas (tortugas cordero y tortugas lobo!), delfines, mariposas (y mariposos), moscas, palomas, buitres, águilas, faunos, unicornios, pegasos, ninfas, elfos y cefalópodos. Todavía no he decidido con quien me identifico más!
Hasta otra nens
Carles
Muchas gracias Carles. Tienes razón en que la fauna humana presenta una gran diversidad de matices y no se porqué, los que más miedo me han dado de todos los que enumeras son las "tortugas lobo".
Un abrazo.
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