Hace tiempo que quiero salir. Antes pensaba que
aquí se estaba muy bien, ingrávido en el espacio y con todo un mundo por
explorar. Pero ahora, este mundo se me ha quedado corto y hay algo que me
impulsa a atravesar la puerta. Se percibe cierta excitación afuera, y llevo
toda la mañana sintiendo apretujones que me impelen hacia la luz. No sé, no lo
tengo claro todavía, presiento que mis sentidos van a verse agredidos por una
llamarada de intensidad. Y además, que haré yo solo ahí fuera como una gota de
agua que se separa de la gran nube, ¿lograré reencontrar el camino del agua?
Quien me lo iba a decir, yo en la gran ceremonia de la individuación. ¡Por
favor, necesito más tiempo, no estoy preparado todavía! ¡Algo se ha roto!, el
líquido que me rodeaba ha desaparecido, qué significa esto. Creo que no hay
vuelta atrás, la fuerza desahuciante se hace más intensa, noto mucha presión
sobre mi cabeza y la luz es muy penetrante. Algo tira de mí, quiere
arrebatarme, secuestrarme para llevarme
a un mundo desconocido y peligroso. Tengo la impresión de que no va a ser
agradable, ¿por qué no me piden permiso? Me siento ninguneado. Mi mundo me está
protegiendo y me coge con fuerza, quizá demasiada. Siento la tensión de la
batalla sobre mi cuerpo que se estira sometido a dos fuerzas antagónicas. Me he
convertido en el objeto de deseo de dos realidades que pugnan por mí. Siento
que ya me arrancan de la nube, la fuerza separadora gana la batalla. Me quema
la luz, siento frío y no puedo respirar. Con un bofetón de realidad, la
abrasadora fuerza de la vida alimenta mis entrañas. Grito y lloro pero ya está
hecho, estoy aquí.
2 comentarios:
Joan,
Los rabinos creen que las almas de toda la humanidad ya existían desde el principio de la Creación y que están pintadas en la cortina que cuelga delante del trono divino, escondiéndolo. Según ellos, cuando se concibe una criatura, Dios escoge una de estas almas y, a pesar de sus protestas al verse obligada a abandonar el reino divino, la implanta en el nuevo embrión. La elección de Dios es muy cautelosa porque conoce el destino futuro de todos los seres humanos a partir de su nacimiento. Luego, un ángel acompaña el alma en su viaje hacia el mundo inferior y, mientras todavía se encuentra en el útero, le enseña todos los misterios del universo. Pero cuando el nuevo ser está a punto de nacer, entonces el ángel le golpea ligeramente en la boca y la criatura olvida todo lo que ha aprendido. Entonces empieza a llorar y toda su vida a partir de este momento es un viaje de descubrimiento continuo para intentar recuperar la sabiduría perdida.
No soy sionista (el poner la otra mejilla es la gran conquista del cristianismo frente a la ley del Talión), pero ¿no es una bella metáfora de lo que también puede suceder en los -60 segundos?
Saludos,
Lluís
Querido Lluís,
es curioso conocer como el folclore asociado a una determinada religión intenta dar respuesta a la preguntas sin respuesta. A veces, estas elaboradas respuestas alcanzan un nivel de lirismo considerable, como en la metáfora que propones. Además en este caso, me gusta como han resuelto el dilema de un ser que ha conocido la verdad absoluta y tiene que rebajarse a caminar por este mundo, sólo un necio en su ignorancia lo podría soportar.
Si lo interpretamos en términos de evolución de conciencia, veo esta explicación como un ejemplo de la falacia pre/trans en la que incurren todas las religiones monoteístas.
Muchas gracias por tus comentarios.
Joan
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