viernes, 5 de octubre de 2012

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Estoy cansado pero siento una extraña paz. Percibo que ya viene, por fin, ya estoy muy cansado. Esto no ha estado mal, hemos luchado mucho. Y mis hijas, ¿saldrán adelante? Son mayores ya, esto no será un problema. Pero quiero estar con ellas y con mi mujer, ella también está cansada ya. Por fin acaba, ya está todo el pescado vendido, ya todo está bien. Pero no lloréis, si estoy feliz y satisfecho. Mirad lo que he creado, miraos a vosotras mismas, estoy feliz. A vosotras todavía os queda un largo camino, ¡vivid! Pero yo ya he andado bastante, he hecho muchas cosas, he derramado mi cuerpo y mi alma sobre este mundo, y ha llegado el momento, y estoy feliz por ello. Ahora voy a desvelar el secreto, es emocionante, y además ya no me duele nada, mi cuerpo parece desaparecido en combate. Siento una serenidad que me acerca a la plenitud de este instante. Los peros han desaparecido ya, ya no hay trabas para ser, se cayó el intrincado castillo de la superficialidad. ¡Qué auténtico es esto! Aprovechad la oportunidad par ver algo auténtico, ya veréis como os da perspectiva y fuerzas para vivir. Esto es natural, forma parte de nuestra esencia. Creo que viene ya, ¡vamos! Quien me lo iba a decir, yo en la gran ceremonia de la igualación. Con vuestro permiso me marcho ya, adiós, estoy feliz.

2 comentarios:

Lluís P. dijo...

Joan,

Después de una primera lectura, que te deja el ánimo alterado por su temática funesta, he releído el texto varias veces. Me resistía a aceptar la interpretación simple que encumbra a la parca, seguro que querías comunicar algo más. Y se obró el milagro: he hallado fragmentos de esperanza (“Aprovechad la oportunidad par ver algo auténtico, ya veréis como os da perspectiva y fuerzas para vivir”), muestras de alegría (“Mirad lo que he creado, miraos a vosotras mismas, estoy feliz.”), manifestaciones de serenidad contagiosa (“Estoy cansado pero siento una extraña paz.”, “Siento una serenidad que me acerca a la plenitud de este instante.”), expresiones de consuelo (“Pero no lloréis, si estoy feliz y satisfecho.”), e incluso de ilusión (“Ahora voy a desvelar el secreto, es emocionante”). ¿Es posible conjugar sentimientos tan dispares en un único párrafo con la muerte cruzando el escenario? A mi modo de ver, éste es el gran mérito de tu relato, un caleidoscopio de estados de ánimo que se entrelazan de forma maestra. Además, hasta la cara verde de la envidia se me ha aparecido, porque ¿a quién no le gustaría acabar su paso por esta vida fugaz con la lucidez del que nos habla desde tu escrito?

Un abrazo,
Lluís

Juan Francisco Caturla Javaloyes dijo...

Querido amigo Lluís,

en esta ocasión debo expresarte mi sincera gratitud porque con tus comentarios realmente enriqueces y enalteces mi texto.
Ciertamente, este tipo de textos los escribo mediante un impulso visceral, no pienso. Si bien es verdad, que mi mente intenta canalizar ligeramente el torrente de ideas y que siempre hay un transfondo intelectual que queda plasmado.
Con tu análisis das muchas claves en las que quizá ni yo había reparado y por eso considero tu comentario como una continuación de mi propia entrada.
Por eso te ratifico de nuevo mis gracias por usar mi blog como tu propia plataforma de expresión.

Joan