El 13 de octubre de 2011, la realidad del mundo que hemos creado mostró su cara más horrible en Foshan. Mostró las garras y la pavorosa cara de la horrible bestia en la que nos hemos convertido.
La actual sociedad enferma en la que vivimos nos ha llevado a un grado de deshumanización tan extremo que nos hemos convertido en despojos andantes, basura mal pensante, narcisista y egocéntrica.
Wang Yue ha sido la desgraciada víctima de ese animal inmisericorde que se consume en sus propios jugos, y que no es otro que la actual sociedad produtivo-consumista, de la que China es el nuevo heraldo.
China es muy grande y, aún con grandes esfuerzos, no me gustaría generalizar pero da realmente miedo comprobar cual es el valor de una vida humana en la gran factoría del mundo. En qué estercolero ha quedado abandonado el ancestral acervo cultural que atesoraba China. En qué clase de ganado productivo hemos convertido a esa gente, ¿es que el gobierno les administra hasta el alma? Es tal el grado de alienación individual alcanzando en China que los mil millones de chinos se han convertido en una especie de ameba, de masa informe que acaba con la vida de una niña de 2 años como si se extirpara un molesto forúnculo.
Hace bastante tiempo que vengo dándole vueltas al asunto del comunismo en China. Cada día me sorprende más. Últimamente, me encontraba digiriendo como es eso de un comunismo de Porsches conducidos por tíos vestidos con mandil, cuando me entero que los ciudadanos deben pagarse sus propios gastos médicos al más puro estilo del capitalismo despiadado. Por otro lado, lo sucedido en Foshan el 13 de octubre de 2011, me ha dado otra clave por la cual el Partido mantiene bajo su bota a los mil millones de almas. La dichosa clave consiste en desarrollar una sociedad con un nivel moral y ético a la altura de una cucaracha. De esta manera, relegando la función cerebral de los ciudadanos al cerebro reptiliano, sus mandatarios pueden estar tranquilos de que el ganado se contentará con darles algo para comer y un camastro para dormir entre los turnos de trabajo.
La niña Wang Yue se debate entre la vida y la muerte, el conductor que la atropelló por dos veces tiene como máxima aspiración que la niña muera para no pagarle los gastos médicos, nadie irá a la cárcel y todos somos responsables. Mientras tanto, yo aborrezco la raza humana y me lamento de la crisis “mental” que nos ha tocado vivir.
En estos momentos, la vida de Wang Yue vale más que toda
En honor a Wang Yue, tan sólo una vida humana.
(El video es altamente desagradable pero es que así somos)
2 comentarios:
Joan,
añade a la desgraciada niña china(que falleció cuando escribo estas líneas) aquellas chicas que se hacen serrar literalmente las piernas para ganar unos centímetros de altura que las diferencíe de las demás y les permita convertirse en modelo, o los turnos de trabajo de doce horas con intervalos de sueño entre ellos, nada más (ni vida familiar, ni ocio) y tendrás un cuadro completo del lado oscuro de la gran fábrica del mundo que Occidente no quiere ver.
A pesar de la lejanía del país del dragón, tengo una fórmula que muy seguramente haría recapacitar a los desalmados salvajes que han convertido a ese país en el gran esclavo de Occidente: no comprar ningún producto de IKEA o de Apple hasta que éstas empresas publiciten a los cuatro vientos cuáles son las condiciones de trabajo de sus asalariados chinos y que éstas sean lo más parecido posible a las que gozan sus homónimos consumidores norteamericanos o europeos. Te aseguro que si las ventas bajan alarmantemente, sólo entonces reaccionarán a favor de los obreros los verdaderos responsables de tantos desmanes laborales.
Un abrazo muy solidario,
Lluís
Sigue la barbarie y el mercadeo con las vidas de inocentes en China.
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/10/25/internacional/1319557724.html
http://www.lavanguardia.com/sucesos/20111025/54236075179/un-camionero-chino-remata-al-nino-que-atropello-para-pagar-menos-indemnizacion.html
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