Desde los albores de la humanidad, los sueños han representado una vía de escape, de resolución de conflictos existenciales internos.
Por otro lado, son muchos los especialistas que reconocen las semejanzas entre los sueños y los cuentos de hadas. Asimismo, podríamos pensar que los cuentos de hadas son como los mitos o las fábulas que han trufado toda la historia de la humanidad, pero sin embargo, hay que puntualizar las diferencias entre estos tipos de historias.
Decía Tolkien que los aspectos fundamentales en un cuento de hadas son fantasía, superación, huída y alivio. Superación de un profundo desespero, huída de un enorme peligro y, sobre todo, alivio. El final feliz es absolutamente imprescindible en los cuentos de hadas, ofreciendo de esta manera una resolución del conflicto, una luz de esperanza al final del camino.
La gran diferencia que caracteriza a estos tipos de historias es el final, que en los mitos suele ser trágico, mientras que en los cuentos es siempre feliz. Por otro lado, las fábulas son cuentos admonitorios que pretenden prevenirnos de determinados peligros.
En este sentido, los grandes cuentos clásicos no han perdido en nuestros días ni un ápice de su fuerza, de su contenido simbólico refinado a través de los años mediante miles y miles de transmisiones. No obstante, la actual sociedad de la información nos ha brindado una nueva forma de canalizar nuestra fantasía, que al igual que los cuentos, puede que tenga cierto efecto terapéutico y que podríamos llamar “historias virales”.
Estas historias virales, contienen fantasía, superación de grandes desasosiegos, huida y precaución de grandes peligros y también muestran una posible solución a nuestros problemas (alivio). También hay algunas que nos intentan aleccionar, como las fábulas y otras que nos enseñan lo cruel que puede llegar a ser la vida, como los mitos.
Al igual que los cuentos se han propagado con fuerza mediante el boca-oreja durante siglos, estas historias virales también nos enganchan y tienen un alto poder contagioso, exacerbado enormemente por las grandes autopistas de la información.
La gente necesitamos de estas historias para creer en un mundo mejor, y no tenemos ningún problema en aceptarlas, como un niño acepta el cuento de
Esta nueva forma de comunicación social, de canalización y remodelado de la fantasía humana está floreciendo de muy diversas maneras. Está lo que se conoce como “marketing viral” que tiene una finalidad evidentemente comercial y que no deja de ser una expresión del clásico “mi vecina del 4º dice que va muy bien” a nivel global (podríamos incluir aquí los ataques a las grandes compañías). También tenemos las campañas en pro o en contra de algo, con un alto poder de convocatoria. Por eso Internet es vista por lo gobiernos totalitarios como una amenaza, ya que representa una estupenda plataforma de organización de corrientes de pensamiento. También están el humor viral y los mails que nos recuerdan lo maravillosa que es la vida y como debemos saborear los preciados siguientes instantes (respecto a este último tipo es condición casi inevitable que suene de fondo la canción “What a wonderful world” interpretada por Louis Armstrong). Finalmente, encontramos mi tipo favorito pues creo que es donde mejor se plasman los elementos clásicos de los cuentos de hadas. Son aquellos mails que nos previenen de fatídicas fuerzas invisibles, terribles e incapacitadores accidentes, e incluso, la muerte, si no ponemos remedio urgente a alguna situación cotidiana que nos rodea. Suelen aderezarse con casos “reales” y encuentran su fuerza propagadora apelando a la caridad humana, seremos personas muy mezquinas si no compartimos la información salvadora con nuestros seres queridos.
Me pregunto porqué los seres humanos, incluso con un nivel de estudios elevado, necesitan hacer rodar esta molienda de la fantasía, y se “creen” historias aparentemente increíbles que a continuación transmiten sin el más mínimo reparo.
¿Es este un claro síntoma de la necesidad de evasión de la realidad que presenta la sociedad actual?, ¿divagamos perdidos, al no encontrar sobre la faz de
A modo de ejemplo, me he permitido enriquecer un poco este nuevo género de literatura fantástica con una pequeña aportación que consigno a continuación. Pido disculpas al círculo de amigos que he utilizado como depositario de este producto exclusivo de mi imaginación, y si algún día lo recibo de vuelta, me consideraré culpable de haber ceñido un nuevo collar a nuestra apuntalada realidad.
Incompatibilidad televisor-microondas
Me han enviado esto que os reenvio por si acaso.
URGENTE.
Este es un aviso para aquellos que tienen un televisor o radio en la cocina cerca de un horno microondas.
Un reciente estudio de
Los científicos de esta universidad han podido constatar como un televisor o radio situado a menos de
Las mediciones realizadas han puesto de manifiesto que este fenómeno también se da, aunque en menor grado, si la radio o televisor están apagados.
El estudio ha aparecido publicado en la prestigiosa revista Proceedings de
Por favor, reenviar este mail a aquellas personas que consideréis que puedan encontrarse en riesgo.
1 comentario:
Hola Juan,
¡Tema especialmente apasionante el de este post!
Los cuentos de hadas y los mitos...de acuerdo que existen diferencias atendiendo al tipo de contenido. Pero la función de ambos es muy similar: la catarsis del mito ó la tragedia clásica cumple la misma función liberadora que la moraleja –ó como se quiera llamar- del cuento de hadas. Los mitos iban dirigidos hacia los adultos de una determinada etapa evolutiva; los cuentos de hadas van dirigidos a los menores que están atravesando la etapa evolutiva que se puede corresponder con aquélla.
Las historias virales... esto es otro tema. Creo que atienden más bien a una necesidad de compensación, fruto del desequilibrio que nuestra sociedad muestra entre la racionalidad y la no-racionalidad. Ya he comentado en otras ocasiones sobre este tema. Cuando hasta para ir a hacer pipí tenemos que redactar normas, cuando ignoramos nuestras estructuras cognitivas, cuando despreciamos obtusamente todo lo que no se puede comprar ó cuantificar...pues la mente busca mecanismos de compensación, aunque sean historias increíbles. Y los más escépticos, mira por donde, son los que suelen caer más fácilmente en este tipo de historia. Cosas de la ansiedad cartesiana.
Saludos
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