Sí,
yo tengo la valentía y el arrojo de pensar por mí mismo. Tengo la desfachatez
de cuestionar absolutamente toda brizna de dogmatismo que me venga impuesta, ¡no
lo acepto!
Es
cierto, fui bautizado, qué remedio, pero en cuanto he tenido uso de razón, y
eso no ha sido al cumplir la mayoría de edad, me he cuestionado el dogma central
y hasta el rito que mis congéneres beatos siguen como borregos.
Creo
que toda persona ha de hacerse preguntas y contestárselas en un sentido o en
otro, hablarle cara a cara a Dios en un dialogo de tú a tú sin agachar las
orejas por el peso de los siglos. Y que de esta conversación valiente, caminando
por el borde del precipicio de la absoluta nada y la angustia de Sartre, ha de
salir una postura, una posición personal aunque sea la más osada, la que no
cree en nada y para la que todo es un sinsentido. Todos sentiremos durante un
tiempo el vértigo de que nuestra existencia carezca del más mínimo sentido o
propósito pero al final del camino encontraremos una meta, un objetivo al que
aferrarnos y construir así nuestra propia religión. Todo hombre y mujer ha de
construirse su propia religión en algún momento de su vida.
Ante
estas palabras, estoy seguro que en otros tiempos ya me habría ganado un
billete directo a la hoguera pero en esta etapa de crisis y desencanto que
vivimos en la actualidad no queda más remedio que construirte tu propio
paradigma, tu propio código de valores porque no lo vas a encontrar en el
exterior.
Esto
puede acabar mal en el sentido de que cada ser humano podría tener un código
diferente de conducta, lo cual haría harto complicado el entendimiento, pero
creo que siempre ha de prevalecer el haz y deja hacer, siempre que no machaques
al prójimo, ahí podríamos situar la línea roja.
A mí
personalmente me ha pasado lo que acabo de relatar, pasando por distintas
etapas de mi vida en las que he sido católico practicante, para pasar a
desencantado, luego a agnóstico sin llegar al ateísmo convencido y finalmente,
a mis 48 años, pienso en la existencia de un Ser esencial, el Ser único que
anima todas las cosas. Esta existencia cristaliza en todos nosotros, se hace
carne, o piedra, o madera y todo vuelve al océano de su esencia cuando muere o
desaparece. No existe ni el bien, ni el mal porque ambos están incluidos en el
mismo ser, así que no comulgo en absoluto con la existencia de un Dios bueno y
su antagonista el demonio.
Si
busco el sentido a mi vida, me doy cuenta de que todas las razones y sus
contrarios están incluidos en el mismo recipiente, en el mismo ser, o sea, que
por ahí no vamos bien. Así que, en mi debilidad ocasionada por la consciencia
humana, sólo le pido a ese Ser esencial que tenga a bien permanecer
cristalizado en forma de Juan Francisco durante unos cuantos años, cuantos más
mejor, para seguir disfrutando de toda la belleza que Él es capaz de crear a mi
alrededor.
4 comentarios:
Joan,
¿cómo entiende tu Ser el dolor humano? Me refiero a casos como la enfermedad infantil o la crueldad en el prójimo (guerra, violencia de género,...). No me queda claro cómo, si el Bien y el Mal no existen, gestiona estos casos extremos el Ser que defines. No me mueve ningún afán quisquilloso, sólo me gustaría iniciar un hilo de debate que me parece muy interesante.
Seguimos en contacto mientras espero tu respuesta.
Lluís
Lluís, me encanta tu interés por estirar un poco del hilo y poder tener una conversación en la que podamos contrastar nuestros puntos de vista. Realmente yo también lo estaba deseando.
Amigo Lluís, me temo que a mi ser esencial le importan 3 pepinos el dolor humano. El sufrimiento sin sentido, la enfermedad infantil y otras atrocidades que acechan a la raza humana son insignificantes en el contexto del discurrir del Universo. Por eso en muchas ocasiones no encontramos sentido ante un acontecimiento trágico, parece que Dios nos ha abandonado, si no, no dejaría que hubieran pasado ciertas de esas calamidades con las que nos encontramos frecuentemente.
El ser humano necesita encontrar sentido a las cosas que suceden para poder seguir viviendo, y normalmente, nos calma pensar que todo pasa por un fin último benévolo, que incluso las cosas malas pueden tener un punto de vista positivo y que Dios cuida del destino global de la humanidad. Sin embargo, igual que una hormiga muere sin sentido al ser aplastada por nuestro pie descuidado y ni tan siquiera nos damos cuenta, el ser humano sufre o muere dentro de su tremenda insignificancia. Que le importa a Júpiter que una persona concreta muera, que le importa a la constelación de Orión que a alguien le toque la lotería o le diagnostiquen una enfermedad mortal.
Y cómo podemos definir el bien y el mal. Son conceptos totalmente dependientes del sujeto, son totalmente relativos. Si yo mato una araña que ha entrado en mi casa, evito que me pique, o sea, bien, pero para la araña es más un mal, ¿no? O sea, yo me veo totalmente incapaz de definir que es el bien o el mal porque siempre hay alguien que gana y alguien que pierde. Veo la definición del bien y el mal como un acto antropocéntrico pero que pierde su sentido al ampliar la visión más allá del ser humano.
Bueno, como ves es un tema bastante abierto para la discusión y me encantaría saber tu opinión. Muchas gracias de antemano ;-)
Joan,
cuando dices "todo pasa por un fin último benévolo, que incluso las cosas malas pueden tener un punto de vista positivo y que Dios cuida del destino global de la humanidad", reconozco a la paciencia de Job, que sufre las desgracias provocadas por un Dios cruel que pone aprueba su fe. Si estás alineado con esta visión de tu Ser esencial, con resultados positivos a largo plazo, lo encuentro muy loable, pero quizás un punto sadomasoquista. Prefiero un Ser más cercano y solidario con el sufrimiento humano, aunque tengo mis dudas de si no es ésta una opción miope y egoísta. Si Dios interviniera para evitar el dolor humano ¿estaría coartando la libertad del Hombre? No lo creo en todos los casos, por ejemplo ante la mortalidad infantil. Entonces me inclino a pensar que, efectivamente, a Dios le importa un rábano el sufrimiento. Lo que ocurre es que, ante esta conclusión, ¿no sería mejor prescindir de este Ser esencial? Sencillamente, formamos parte de un Universo tan vasto que no somos más que una anécdota en el devenir de los tiempos.
En cuanto al tema del Bien y el Mal, yo creo firmemente que el Mal existe. La crueldad en todas sus formas (el nazismo, el KuKluxKlan, Daesh, etc...) es la encarnación del Mal y hay que combatirlo a toda costa. Por una sencilla razón: no admite la pluralidad de pensamiento ni la libertad del ser humano, destruyendo cualquier representante que no comulgue con su credo. No veo la relatividad que citas, no la comparto. Y me estoy ciñendo al ser humano, sí, antropocéntrico, porque es el que me atañe (lo cual no és óbice para respetar la vida de la araña).
Saludos,
Lluís
Lluís, coincido contigo en que al parecer a Dios le importa un rábano el sufrimiento humano y que somos los humanos los que nos apoyamos en él para poder sobrellevar ese sufrimiento.
En cuanto al bien y el mal, no hay duda de que el mal existe pero yo creo que no existe como entidad aislada que antagoniza el bien sino que es más bien una forma de actuar, algo que se puede etiquetar moral o éticamente pero que no es encarnado por un ser maligno o malvado, así como, el bien tampoco es encarnado por un ser de luz todo bondad. Para mí, el bien y el mal son maneras de actuar que están al alcance de todo bicho viviente. Por este motivo, no estoy en la línea de aceptar a Dios y al Demonio como nos los han hecho llegar a través de la religión judeo-cristiana.
Gracias por este intercambio de opiniones que me ha hecho reflexionar más sobre el tema.
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