viernes, 8 de agosto de 2014

Telediarios de 2 rombos


Según el antiguo código de regulación de contenidos por rombos, que marcó a la primera generación española con acceso a la televisión, la presencia de 2 rombos en la esquina superior derecha significaba que el programa era no apto para menores de 18 años por su contenido sexual o violento.
Después de una larga temporada de exilio voluntario, en la que la deprimente realidad económica me aburría soberanamente, he vuelto con cierto pudor a ver los noticiarios televisivos para comprobar con estupor que las generosas raciones de muerte y violencia que se sirven en bandeja a la hora de comer son realmente nocivas para la salud.
A diferencia de las películas de terror, que sí son clasificadas de acuerdo con sus contenidos, los noticiarios televisivos no son ficción y constituyen la puerta de entrada a los hogares de grandes dosis de muerte y desolación en prime time.
Siempre se ha dicho que comer con la televisión encendida no era una buena práctica porque cohibía la comunicación familiar, sin embargo, actualmente yo diría que no se debe hacer bajo riesgo de sufrir una severa indigestión, una arcada incontrolable o una nausea existencial. ¿Puede un ser humano normal comerse unas croquetas mientras soporta la visión de un padre palestino fuera de si que porta a su hijo muerto y ensangrentado en brazos?, ¿es normal degustar la paella de la suegra o las lentejas de nuestra madre mientras observamos el penduleo de 5 narcos mexicanos ahorcados desde un puente por parte de un clan enemigo?, ¿os parece saludable mezclar los 200 muertos de la última tragedia aérea con la lechuga de la ensalada? Y si un niño pasa por delante del televisor a la hora de telediario, ¿qué creéis que pasará con su infancia?, ¿qué hemos de responder cuando nuestro hijo nos pregunta qué ha hecho ese señor que llevan a la cárcel a sabiendas de que es un violador?
Supongo que se necesita entrenamiento para ser capaz de hacer todas estas cosas mientras la muerte esparce su olor por encima de tu mesa y la barbarie humana hace ostentación de su enormidad. Es evidente que aquí está funcionando una severa elevación del umbral de sensibilidad a base de recibir diariamente una generosa cantidad de estímulos de desgracia y desolación. No hay otra forma para poder soportarlo. La sociedad actual y en concreto, el periodismo, han configurado una forma muy particular de vivir, basada en el morbo, que inyecta constantemente noticias desgraciadas ocurridas alrededor del mundo para que ningún humano civilizado se quede sin su ración de morbo y se sienta en parte reconfortado en la desgracia ajena, “lo mío no es tan grave, otros están peor”
Y así, creo que hemos llegado al punto de preguntarnos si es esto lo que realmente queremos, si deseamos que nuestros hijos eleven su umbral de sensibilidad tanto como para ir pisando muertos a la hora de comer, o si es este el tipo de periodismo que nos aporta algo, o por el contrario sólo aporta bazofia de la peor calaña. Antes de responder estas preguntas deberíamos desintoxicarnos un poco y quitarnos un poco de podredumbre para ver con mayor claridad. Una vez hecho esto, creo que todos estaríamos de acuerdo en colocar esos antiguos 2 rombos en la esquinita de la pantalla cuando los telediarios nos abren su perniciosa ventana al mundo.
O quizás es que la realidad que nos envuelve es realmente de 2 rombos y ahora que vivimos hiperconectados, la desgracia y la cara menos humana del ser humano fluyen a sus anchas por los canales de la comunicación. Si nos fijamos en una realidad más local, podremos comprobar como de vez en cuando suceden desgracias pero la gran mayoría de las cosas que suceden en el día a día son buenas para la comunidad y es por ello que esa comunidad es viable. Pues bien, el periodismo actual consiste es recolectar un buen puñado de desgracias diarias ocurridas en los cuatro extremos del mundo y vomitarlas todas juntas allá donde haya un osado televidente tan atrevido o imprudente como para encender la tele a la hora del telediario.
En mi reducido entender sólo veo dos soluciones: o los telediarios incluyen también un buen puñado de noticias buenas que compensen a las malas en un justo balance o nos vamos a ver telediarios más locales donde el número de desgracias está limitado por la geografía. La primera solución ya se ha intentado alguna vez pero sin éxito, ¡el morbo vende más! De hecho es lo que más vende. Descartada la primera solución podemos tomar una actitud “antiglobalización” y ver los telediarios de nuestra comunidad o de nuestra ciudad, y así contemplaremos los problemas que más nos importan por pura lógica de proximidad.

Yo por mi parte, si el censor no lo remedia, seguiré sin ver los telediarios y elegiré un medio escrito, ya sea prensa o Internet, que me permita hacer mi criba personal de noticias.

1 comentario:

Lluís P. dijo...

Joan,

Yo también me adhiero a tu “criba personal de notícias”, que debemos poner en práctica si accedemos a la prensa tanto en papel como via internet. Todavía se me ponen los pelos de punta cuando, hace unos años, en Estados Unidos se intentó televisar ejecuciones, el colmo de intentar ganar audiencia. Si no filtramos tanta violencia gráfica, nuestros hijos crecerán con una inmunización creciente hacia la crueldad, con el peligro de insensibilizarse hasta el punto de lanzarse a cualquier conflicto por la vía fácil del enfrentamiento, sin tomar en consideración el diálogo para alcanzar una solución pacífica. Y si alguna vez el filtro falla, debemos esforzarnos en inculcar a los menores un sentido crítico hacia tanta portada sangrienta, comentándola con ellos para remarcar que hay que intentar siempre acercar posiciones antes de liarse a tortazos.
Saludos,

Lluís