Hace pocas fechas escuché afirmar a Manuel Martín
Loeches, que es profesor de Psicología en la Universidad Complutense
de Madrid y Coordinador de la
Sección de Neurociencia Cognitiva del Centro UCM-ISCIII de
Evolución y Comportamiento Humanos, que desde el punto de vista evolutivo no se
explica cual es el poder adaptativo del arte. Vamos, que es una especie de
capricho, de floritura de la
Naturaleza que ha querido “adornarse” con esta especie de la
que formamos parte, el Homo Sapiens Sapiens.
Porque parece ser, que de todos los miembros del género
Homo sólo existe constancia de la generación de arte por parte del Homo Sapiens.
Teniendo en cuenta que los humanos somos una de las
especies más evolucionadas del planeta, sino la más evolucionada, es extraño
considerar que algo a lo que, por cierto, dedicamos bastante tiempo y esfuerzo,
sólo tenga una utilidad recreativa, para echar el rato.
Parece que la única y débil explicación que
encuentran los científicos a esta excepcional devoción por el arte radica en la
supuesta ostentación de una inteligencia o habilidad superiores por parte de
los artistas, es decir, que aquellos especimenes capaces de crear arte sería
vistos por los demás como superiores. Puedes ser más fuerte, más alto... o
artista.
Sin embargo, esta explicación me ha parecido tan
pobre, que me he propuesto comenzar una lista de razones para sacar al arte de
la parcela de la pura frivolidad, con el deseo de que todos aquellos que paséis
por el blog alarguéis más y más la lista. Empecemos.
Para mi el arte constituye una representación de
nuestra percepción de la realidad, de manera que los artistas estarían
dibujando constantemente un mapa de la realidad y los mapas sí que sirven,
¿verdad? Nos ayudan a entender la realidad que nos envuelve, y no es eso una
función adaptativa por excelencia.
Vamos a por un segundo argumento. Todos podemos
entender que el arte está basado principalmente en los símbolos, y ¿no fue la
aparición del lenguaje simbólico lo que nos permitió dar el salto evolutivo
final? El lenguaje simbólico por excelencia es el basado en los significantes
acústicos, y precisamente gracias a la capacidad de articular sonidos discretos
se fue completando el proceso de cerebración del Homo Sapiens. El lenguaje
puede ser considerado como arte, si cantamos es todavía más artístico, pero la
capacidad adaptativa del lenguaje está fuera de toda duda.
Vamos a ver otro aspecto del arte, en concreto el
intenso placer que produce. El sistema límbico se encarga de que realicemos
acciones como comer y reproducirnos, básicas para que la especie sobreviva.
Cuando esas conductas se producen, se segregan en el cerebro una serie de
neurotransmisores que provocan la sensación de placer, que es apetitiva para el
ser humano, por lo que este dirige su conducta para poder conseguirla” Así que,
si el arte es fuente de mucho placer, ¿no es plausible pensar que podría ser
básico para la supervivencia de la especie? Además creo que el arte crea un
triángulo perfecto con estos dos vértices: la comida y la tensión sexual.
Finalmente (por mi parte pero no por la vuestra),
se me ocurre pensar en la evolución de la conciencia. En este caso tenemos
tanto el fenómeno de la neuroplasticidad como la propia evolución de
pensamiento y creo que el arte ejerce una indiscutible acción sobre estos dos
aspectos funcionales del cerebro. Yo considero la evolución de la conciencia
como un proceso adaptativo por excelencia, así que, de nuevo puedo afirmar que
el arte humano tiene otra razón para salir de la frivolidad improductiva.
Ahora, sólo me queda exhortaros a darle más razones
a Manuel Martín sobre el poder adaptativo del arte aunque quizá habría que
preguntarle primero que considera él cómo arte.
3 comentarios:
Joan,
En mi humilde opinión, el arte es una forma de comunicación, un lenguaje abstracto que se caracteriza por su universalidad. Con el arte se transmiten sensaciones, algo muy difícil de codificar con letras o números. El artista pretende comunicar algo, y él mismo se incluye en la lista de receptores. Si el mensaje que lanza el artista capta el interés de un espectador (de una pintura, de una escena de teatro, etc...) y éste responde a la llamada, el artista habrá logrado su objetivo, independientemente de si la respuesta es favorable o no a su obra. Se trata, por tanto, de transmitir un contenido de sensibilidad a los dioses, al prójimo o a uno mismo para que aquéllos/éste/yo reaccionen/e, para bien o para mal, provocando placer o rechazo, pasión o indiferencia (precisamente, esta última mata al arte, al cortar de raíz cualquier relación entre dos que pretenden dialogar). Luego, ¿es útil algo que permite expresar amor u odio, que despierta interés intelectual y favorece el intercambio de opiniones, o que proporciona placer, o angustia, o ganas de poseer la obra de arte, o de patrocinarla, o ...? No es que sirva de algo, es que es indispensable para una condición humana equilibrada.
Saludos,
Lluís Pagès
Hola Lluís,
efectivamente estoy totalmente de acuerdo contigo. De hecho tengo tan clara la utilidad del arte para los seres humanos que por eso me resultó casi hiriente el comentario de este neurocientífico que ponía en duda cualquier función adaptativa del arte dentro de la evolución de la especie humana.
Veo que tú pones el énfasis en la función comunicativa, y es cierto, muchas disciplinas artísticas como la música, la pintura o la escultura, tienen el poder de transmitir emociones y/o ideas entre seres humanos a nivel planetario (sin barreras idiomáticas), es decir, el arte en un lenguaje, y la utilidad del lenguaje está fuera de toda duda.
Te agradezco mucho tu aportación Lluís.
JF
Hola nois,
Considero al arte vehículo comunicativo y fuente de placer, como apuntáis vosotros, pero quizás antes que eso lo veo como el resultado de un proceso surgido de una necesidad creativa. El sexo y la comida son fuente de placer mediado por el sistema límbico, pero también están asociados con la necesidad de crear, de fluir. También tienen su función simbólica e incluso espiritual. En el arte también confluyen todas estas facetas: desde la sublimación del impulso sexual y la oralidad hasta la plasmación en soporte inteligible de algo misterioso y atractivo, características que siempre poseen las mejores obras de arte.
El neurocientífico de marras no pasa de ser un perqueño especialista.
Saludos a los dos,
Carles
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