Envidio vuestro libre deambular,
envidio el azul de vuestro cielo,
envidio la frescura de vuestro aire,
porque yo no puedo ser libre.
Envidio vuestra ingenua valentía,
envidio la inmensidad de vuestro mar,
envidio el sabor de vuestra agua,
porque yo no puedo ser libre.
Envidio la trivialidad de vuestros actos,
envidio la hierba que pisáis,
envidio la tierra que os alimenta,
porque yo no puedo ser libre.
Vosotros que respiráis, bebéis y camináis,
vosotros que desconocéis el fuego inmenso,
vosotros a los que sólo veo como tenues sombras,
vosotros algún día seréis míos.
No os dais cuenta cuán cerca está el fuego del Averno,
no os dais cuenta de que yo acaricio vuestros pies,
no os dais cuenta de que vuestras sombras ya son mías,
no os dais cuenta de que algún día seréis míos.
Cuando llegue el juicio último, allí estaré yo,
cuando el fuego os atraiga hacia si, allí estaré yo,
cuando vuestras caras se dibujen en el vidrio, allí estaré yo,
cuando llegue ese día seréis míos.
(Fotografía: Tomada en el Palau de la Música Catalana el 31 de Enero de 2010)
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