Si
abordamos otra arista de la entronización de la economía por encima de la
voluntad de los pueblos, podríamos analizar la viabilidad de nuestro proyecto
común llamado Unión Europea. Parece mentira que nos preguntemos ahora, después
de tanto años, si realmente la
Unión Europea fue una buena idea o no pero creo que la
situación de crisis que estamos viviendo a puesto muy de manifiesto las
debilidades de este proyecto común.
Aquí,
creo que de nuevo se construyó la casa por el tejado, es decir, se consideró
que todos los territorios de Europa habían llegado a un status quo político que
los homogeneizaba, que los hacía esencialmente iguales, de manera que las
tensiones políticas quedaban ya superadas. Entonces se pasó, desde mi punto de
vista en falso, al siguiente escalón, que es la economía y allí montamos todo el
chiringuito.
Sin
embargo, cuando las cosas se han puesto feas, inmediatamente se ha manifestado
la falta de ese corpus político, de esa voluntad y esa forma de ver la vida en
comunión que permitirían adoptar las medidas necesarias para poner en vereda a la
desbocada economía.
Europa
es muy rica y variopinta, histórica y culturalmente, y es precisamente esta
multiculturalidad lo que hace casi imposible llegar a un consenso moral, que
uniformice la forma de actuar de las distintas naciones que conforman el continente
europeo. Por eso, oímos cada vez con más frecuencia, que es necesario caminar
hacia la unión política si queremos salir de este atolladero. Por desgracia,
creo que el hecho de que alemanes, ingleses, franceses, españoles, etc… nos
entendamos en el terreno moral es un reto harto difícil, los ingleses ya se
dieron cuenta hace muchos años. Así que mis augurios con respecto al porvenir
de la UE no son
nada halagüeños. Quizá la idea de un mercado común, donde vas a comprar o a
vender cosas, no esté mal pero aspirar a una verdadera unión económica es algo
prácticamente inalcanzable si no va precedido de la unión política, cosa que no
va a pasar.
¿Cómo
lo arreglamos? Es cierto, como dice mi amigo Lluís, que existen herramientas
para organizarse a nivel casi planetario y expresar la voluntad de los
ciudadanos pero en qué sentido usamos esas herramientas.
Creo
que todos estaremos de acuerdo en que el problema que nos afecta tiene escala
mundial y por tanto, serían necesarias medidas y voluntades políticas a la
misma escala. Si eso es así, ¿creéis que es remotamente posible que todos los
jugadores del monopoli se pongan de acuerdo para cambiar las reglas del juego?
Parece difícil mientras no haya un punto de vista con perspectiva planetaria
que sólo se daría en situaciones tales como una invasión extraterrestre.
¿Y
si probamos fragmentar de nuevo el sistema? Se trataría de buscar cuales son
los mayores grupos sociales que pueden funcionar a nivel político, es decir,
compartir un ideario y una forma concreta de hacer las cosas. Si no voy muy
equivocado, mi impresión es que esos grupos son bastante más pequeños que
Europa o que incluso alguno de los estados miembros. Una vez identificados
aquellos grupos que quieren aunar su voluntad como pueblo, podríamos pensar en
medidas económicas o de cualquier otro índole. Por supuesto, esto pasaría
necesariamente por autoexcluirse, por romper unilateralmente las reglas de
juego y por montar sistemas paralelos, interconectados o no. Y de nuevo tendríamos
montado el circo de las batallas y las peleas entre los distintos grupos y sus
distintas visiones. Huele claramente a involución.
Querido
Lluís, me gustaría haber dado con la solución pero de esta reflexión sólo ha
salido como solución la amenaza de una invasión extraterretre, que aunque no se
puede descartar completamente, no es algo que esté en nuestras manos.
Mi
corta visión histórica me hace ver la situación actual como el fin de una
civilización. Este hecho en la antigüedad, donde las civilizaciones tenían
carácter regional, permitía contemplar salidas hacia delante, egipcios,
griegos, romanos, mayas, etc... pero ahora en el momento de la aldea global,
¿dónde y cómo podemos reinventarnos? No va a ser fácil, especialmente para
aquellos grupos que no se encuentran unidos por una misma visión del mundo y
una misma voluntad política.
2 comentarios:
Joan,
Te adjunto dos propuestas que intentan ser una alternativa a la delicada situación económica actual: los bancos de tiempo (ver, por ejemplo, http://xarxanet.org/comunitari/noticies/que-son-els-bancs-del-temps) y los sistemas monetarios alternativos (ver http://www.icariaeditorial.com/pdf_libros/Nada_esta_perdido.pdf) . Ambas pasan por exigir una concienciación colectiva muy fuerte, quizás con la galopante crisis actual lleguemos a ver cristalizarla, no lo sé. Las nuevas tecnologías a las que me refería pueden jugar un papel decisivo en ello. De lo que estoy seguro es que sólo con imaginación y voluntad colectiva conseguiremos alcanzar un sistema de convivencia mejor que nos evite repetir situaciones tan funestas como la que estamos pasando. Supongo que hay mucho de ilusión en estas propuestas, lo que ocurre es que, con tanto recorte, yo diría que es lo único que nos queda. De hecho, si no se ha producido todavía una revuelta social más aguda es porque la solidaridad (léase banco de alimentos, etc...) es una máquina muy bien engrasada que está funcionando a tope (¿hasta cuándo?).
Comparto contigo cierta perspectiva pesimista sobre el futuro de la Unión Europea. Me duele no saber suficiente Historia como para encontrar momentos muy similares al de ahora, que seguro que los hay. ¿Repetiremos los errores del pasado ante la adversidad que estamos viviendo? Confiemos en que no, aunque si los extraterrestres no han contactado con nosotros todavía es porque nos han dejado por una pandilla de inútiles incorregibles.
A seguir tirándonos de la lengua,
Lluís
Juan,
Entiendo lo que dices sobre la distancia que parece que nos separe de una auténtica unión política europea. Pero tú mismo reconoces que la fragmentación (no en regiones, comunidades o zonas de influencia local, sino en los antiguos estados)supone una involución. Pues imagínate tú lo que debia ser unir a gallegos con andaluces! En los años 70 lo que ocurrió en 1989 era considerado auténtica ciencia-ficción (ó política-ficción). Después, cuando llegó el momento, todo se desmoronó como un dómino preparado. Los diez siglos de Sacro Imperio Romanogermánico retrasaron las unificaciones de Alemania e Italia más de 300 años respecto a Francia, UK y España. El pasado pesa pero también se puede superar. Ah!, y el problema con los extraterrestres es que no solo se encuentran a distancias espaciales astronómicas de nosotros, sino a distancias temporales también astronómicas.
Carles
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